Esta oposición irracional que nos ha tocado aguantarnos a la mayoría de los venezolanos, ya uno no sabe con qué compararla; echando cabeza recordé a un compañero de clase que al referirse a un problema que le parecía muy difícil dijo: “esto está más enredado que un kilo de estopa” y la verdad es a lo que a mi, y presiento que a muchos se nos está pareciendo, cada vez más, lo que aquí se pretende erigir en oposición que pueda representar las aspiraciones de quienes, cada vez menos, se niegan a reconocer los logros de esta Revolución.
Como carecen de principios, de ideología sustentable, bases doctrinarias, criterio propio, todos sabemos su dependencia foránea, que por cierto se ha acentuado con la proximidad de la elección presidencial, es un abanico de ingredientes inconsistentes que por más que quieran podrán amalgamarse en algo que pudiese ser digerido, por un pueblo, que si fuese el mismo de hace trece años, tal vez estarían reincidiendo en caer en el engaño.
Al oposicionismo venezolano como que no le ha pasado por su cacúmen, que el pueblo ha cambiado, no les sirvió de nada la demostración que debió ser aleccionadora, del 13 de abril del 2002, apenas a tres años del inicio de la revolución y menos la forma como ese mismo pueblo derrotó el paro petrolero y las guarimbas.
No hay día que no metan las de caminar, si no es el candidato, quien mudo quizá tal vez estuviese mejor colocado en las encuestas, pues cada vez que abre la boca, los pocos votos que pueda tener se caen como mangos maduros, son los que le rodean y lo peor es que no contentos con tantos errores procedímentales y de estrategias, se van al exterior a hacer el ridículo, porque serían muy tontos quienes a sabiendas de lo que pasará el 07 de octubre, inviertan dinero en una batalla perdida, a no ser que lo hagan para el plan B que ya no pueden ocultar, producto de su desesperación, en una acción que pretenden alternativa, pero que también les fracasaría por mejores y mayores razones, que las que les hicieron fracasar los terribles planes de aquel abril, que se incrustó en la mente y los corazones de quienes hoy con mayor fuerza estamos cuadrados con esta Revolución.
El más reciente sainete que representaron fue el atajaperros que armaron para llegar a lo que llaman “tarjeta unitaria”, que no es otra cosa que una camaleonada más para no tener que contarse y no hacer el ridículo de que partidos tradicionales y de nuevo cuño, queden en evidencia de su casi inexistente respaldo popular.
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