¡Majunche: Qué bajeza: Me botaste sin leerme!

Estimado Capriles Radonski –futuro presidente de la República Bolivariana de Venezuela- de un futuro que presiento que cada día se aleja más de sus pretensiones guabinosas de ambición de querernos gobernar que, de ayer para acá, me tiene bien molesta y desorientada que nunca al ver que, mi pobre misiva de salutación y esperanza vivencial fuese a parar a otras manos, la que deposité con todo mi amor más que físicamente en ti, una vez que estuve en su presencia y, nos vimos y, como fanática de tu oferta política como candidato de la oposición que ofrece más que un turco fiando y, que aspira a tener el poder a su merced a favor del pueblo y, con toda la fe de mi alma de joven maracucha que por primera vez votará, soñaba con verlo pronto arropado con -la suma de mi voto virginal- en la banda tricolor presidencial y, por tal motivo, al saber que vendría a Maracaibo me desvelé escribiéndola con una emoción sincera que no se borra con ningún jabón ni enjuague de su entorno y, hoy mi decepción por usted es tal, que vuelvo a escribirle a ver si esta vez me lee con mucha atención en Aporrea y, después de ello, jamás dejará de recordarme como una amiga que fui de su persona a distancia y, que ahora por siempre vagará en su desgracia de un mal líder que no aprecia la correspondencia personal y la tira al basurero del desprecio que encaja en su modus operandi de una sociedad que no se quiera ni se respeta y, yo me voy violentamente de su lado “in light of” sin regreso.

Te informo –Capriles- con la ingenuidad de mi edad en movimiento que fue tanta la actitud selectiva que puse en mi carta trasnochada de emoción que tuve que acudir a una amiga que milita en UNT con toda la franqueza y sinceridad de mi alma para que me prestara su mejor perfume que bañara de consomé de aroma mis letras hacia ti que te desquiciara con habilidad satisfactoria tu comprensión hacia ésta tu huésped silenciosa que te aclamaba en el altar de la igualdad y, aunque soy maracucha afrodescendiente, jamás sentí el más mínimo desprecio que viniera de usted hacia mi y por eso tomé la senda de la igualdad en línea recta y, mi agonía es tal que hasta me ignoro con rabia que come hondo, pero como una principiante de esos menesteres políticos en decadencia acepto con humildad la derrota de la atención y habilidad lastimosa de su persona y sólo me queda llorar de despecho que el tiempo se lo llevará con nombre y apellidos y con un trago de conformidad espontáneo se irá usted a la tumba del olvido que Petronila Portezuela que, soy yo, vivirá para enterrarlo en el subconsciente del más allá, a donde se van los que vagan sin destino cierto.

No se imagina, ni sabrá nunca lo que decía el contenido de mi amada carta y tenga por seguro que no era la carta desgraciada de Gualberto Y Barreto –no y no. Era una carta que añoraba de corazón un cambio estructural de buen timonel en la gobernación del Zulia que, para desgracia nuestra, los últimos gobernadores que hemos tenido, todos, sin excepción, han sido unos grandes pillos y el que está ahorita es más ladrón que el anterior y, todavía aspira a ganarse unos cobres más –eso se lo explicaba con lujo de detalles, ya que tengo un tío que vive de los grandes negocios que explota a su antojo –sólo eso era lo de mal gusto con un post data sobre la alcaldesa viajera traganíquel, lo demás era de entrega total a su persona con puntos y comas y algunos errores ortográficos por mi mala acentuación de palabras incómodas.

Puedo asegurarle –supuesto candidato opositor- que jamás lo volveré a ver, aunque se disfrace de líder verdadero que, su sola y alejado capricho de llegar a Jefe de Estado a Miraflores con los votos del pueblo inocente me da un susto tridimensional que grima mi estómago maracucho y, le recuerdo de todo corazón que zuliano pendejo se muere sin nacer como murió mi alocada carta sin padre y, como bendición de dios fue lo mejor que me puso pasar que ha destilado y se ha llevado un mal momento para que Petronila Portezuela entre en contacto con la revolución que jamás de allí deberá salir y, si alguna vez confié en usted –señorito, Capriles Radonski- lo tomo como una gran pesadilla que no pasará de allí.

estebanrr2008@hotmail.com


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Esteban Rojas


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