Si se analiza fríamente el panorama mundial donde haya habido elecciones últimamente, las encuestan no han jugado papel predominante sobre sus resultados posteriores y, más si éstas son pagadas por los propios interesados que quieren aparecer en el primer lugar y, bien arrimados en ellas hacia arriba, lo que no es la preocupación que nos preocupa, ni nos mantiene en vigilia permanente a nosotros los de la oposición y, particularmente al candidato Henrique Capriles Radonski que está metido de lleno con su política bien generalizada casa por casa, lo que no es nada fácil reflejarlo en una encuesta confiable con una data que es modificada todos los días por su frecuencia espectacular de visitas a hogares, lo que nos lleva a considerar que con respecto a Capriles Radonski no hay encuesta que valga –venga de donde venga- y, que no sea manipulada de acuerdo con un canon marcado como interesado-preestablecido.
Por eso, ese termómetro social de angustias que nos quieren aplicar desde el Gobierno del presidente Chávez, nos tiene sin cuidado y con la variable popular que maneja Capriles, desde hace rato sin comenzar la campaña en sí que lo mantiene en el primer lugar con varios cuerpos de ventajas como números de personas que lo apoyan y, si en su escogencia dentro de las primarias fueron tres millones y algo, para el 7-O serán, tres al cuadrado por millón más los tres millones y algo que, da como resultado con cálculos del matemático José Vicente Carrasquero son más de los diez millones que aspira a sacar el oponente Chávez que en el argot beisbolero es una paliza como un madrugonazo bien pensado de los pensadores que asesoran a nuestro majunche que no es otro que el futuro preñado de futuras intenciones de Capriles Radonski.
Así es que con el juego de las encuestas no vamos a cerrar el camino vía al 7-O que, después será vía Miraflores, lo que nos abrirán las vías que estamos construyendo bien reforzadas de seguridad que ya está regulada con todo el consentimiento y aprobación del ilustre colombiano, ex presidente Uribe Vélez que, será el encargado que el guión oportuno se cumpla al pie de la letra, tal cual, él lo logró en su país. Tesis que se impone brazos abiertos por el mundo que busca enrumbarse progresivamente en una sola dirección que se la lleve el viento que hace caminos al caminante que camina como Capriles que, sino fuera por los juanetes que le reprime el caminar de noche como es su ansiedad de darse a conocer a toda hora sin encuesta que le recorte el ir y venir por todo el país que crecerá como ha crecido el estado Miranda durante los años y meses que él ha estado encargado de ese gobierno que lo que no sirve nace muerto y, muerto que se respete sigue muerto –aunque tenga muchos dolientes y, el estado Miranda es la excepción en que las encuestas sí caminan por su independencia participativa que ha hecho posible que todos los problemas tienen solución al instante.
Es interesante saber: ¿Encuestas para qué?, ¿es qué acaso ellas hacen falta para olfatear quién será el ganador el próximo 7-O? No. Pues, como el futuro nos pertenece, aunque está por verse y no a la vuelta de la esquina es, por ello que Capriles ya habló y lo dijo, bien preciso: con encuestas o sin encuestas Capriles presidente y más claro no canta un flamenco y, él nació para eso y, si usted no lo cree, entonces mejor cállese la boca que en boca cerrada no sale saliva ni palabra ofensiva.
Venezuela es grande y lo seguirá siendo –y, más ahora que somos los más felices desde que Capriles Radonski arrasó en las primarias y, a partir de allí: todos los días amanece en el primer lugar de las noticias que reflejan los medios que en nada ayudan y, es tan singular su compromiso con sus ideas que sobre él todos las estadísticas políticas se vienen abajo en ese abanico de fluidez que despierta su persona y el que no lo quiere no lo odia, sino que más bien lo baña de lástima, lo que también ayuda –aunque sea a hundirlo en la madeja que teje con su presencia cuando suelta la sucesión de disparates verbales que no encajan en el pararrayos de la verdad y, como mentiroso incansable se lo comen las encuestas –por eso –actualmente- las odias y las niega.
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