Es extraño que, a pesar de ser “estulticias” las que escribo, según lo dice el señor Steven Bermúdez, las haya tomado en cuenta con tanta seriedad y fervor, en su escrito reciente publicado en Aporrea. Tanto le gustó mi artículo “Genero vs Sexo”, que refirió parágrafos enteros del mismo y dijo, en el inicio de su crítica, que mi intención era loable en algunos aspectos, por lo que no entiendo que me llame estúpido en la línea siguiente. Nunca comprenderé esa tendencia de algunos “revolucionarios” a insultar más que a tratar de convencer por la vía de los argumentos, a menos que no se los tenga o no se los sepa manejar. Cada vez que he utilizado la réplica en Aporrea, ha sido porque a mis posiciones se las ha enfrentado con ofensas y descalificaciones.
Incluso, el señor Bermúdez no escapa de ese tipo de conducta, aunque no es tampoco el mejor ejemplo de la misma. Al comienzo de su crítica se refiere a mi actividad como gerente, la cual no venía al caso de lo que quería criticar, para decir ya demostré de qué lado estaba cuando fui director de la OPSU, dejando en suspenso no sé cuál calificación, que imagino tendrá relación con la ironía de que pertenezco a un grupo que piensa está entre los más sabios, más formados, más inteligentes, más honestos, más brillantes (…) afirmaciones que curiosamente son un lugar común entre ciertos militantes “revolucionarios”, lo que podría estar en relación con algún tipo de resentimiento, del cual no somos responsables aunque hayamos tratado siempre se acercarnos a la excelencia en nuestras actuaciones. Que lo hayamos logrado, es otra cosa.
Nuestra extrañeza es mayor pues, a continuación, el señor Bermúdez afirma que mi artículo tiene buen tino en que una cosa es el género de las palabras y otra el referente extralingüístico al que se refieren, lo cual es el centro de mi argumentación. Luego, mi intención es loable y fui atinado, lo que debería merecer una felicitación del crítico y no apuntar que lo que dije fue una sarta de idioteces y un sinnúmero de necedades, sin dar argumento ninguno al respecto. Pero la paradoja llega a tal nivel que, cuando inicia su comentario de las idioteces, dice que estoy con quienes ven un uso desproporcionado de las dos opciones genéricas en el discurso público, desproporción que considera es cierta. Es decir que tengo razón, sí existe tal uso desproporcionado y por lo tanto no critico sólo por criticar, como erróneamente también afirmó nuestro crítico.
Mi primera necedad es que opino que no se gana mucho en la lucha contra la discriminación de la mujer, simplemente con nombrar a los dos géneros cuando hablamos. Ésa no es una necedad, es simplemente mi opinión, como tampoco es ninguna necedad la opinión contraria que el señor Bermúdez sostiene. Tenemos opiniones diferentes y ambas se basan en argumentos. La descalificación es injustificable. Pero las dudas del señor Bermúdez reaparecen cuando comenta mi segunda necedad, pues primero dice que es “falso” que la utilización redundante de los géneros conspire contra la economía y rapidez de expresión, para alegar seguidamente que es cierto que el principio de economía es un principio comunicacional. En qué estamos: ¿Es cierto o es falso? ¿O quizás es todo lo contrario?
Y demuestra de nuevo su acuerdo en relación con la economía del lenguaje, pues alega que en muchos casos somos antieconómicos, aceptando mi crítica de lo antieconómico del redundante uso de los géneros. Por otro lado, nunca afirmé en mi artículo que siempre había que hablar con el menor número de palabras, por lo que las otras críticas no tienen razón de ser. Sobre mí llamado a utilizar el género neutro, el crítico dice que éste no existe en español, que ha casi desaparecido. Afirma que el uso del género neutro no incluye a ambos géneros, sino que no los distingue porque no se sabe o no es relevante el género del referente. Si no es relevante, como lo afirma el señor Bermúdez, es porque se puede aplicar a cualquier género y por lo tanto los incluye. Ésta es además la posición de nuestros lingüistas.
Por último, sobre mi posición de que existen personas que pareciera quieren construir una nueva gramática, el señor Bermúdez la descalifica diciendo que los géneros ya están en la gramática, con lo cual pretende saltarse que la utilización que se haga de los mismos también es gramatical, por lo que quienes los utilizan en forma distinta a la establecida gramaticalmente, están haciendo una nueva gramática. Pero lo más importante de todo es cómo finaliza su crítica el ya amigo y seguidor Bermúdez: Comparto la idea de que, como ya lo ha recomendado (…) la Real Academia de la Lengua, en muchos casos este uso es innecesario (…). El uso abusivo de estas opciones causa debilidades en la comunicación. Tengo que darle las gracias por ese más que claro respaldo final.
En todo caso no hay ninguna idiotez ni necedad en mi posición, por lo que no deberían utilizarse insultos simplemente porque no se comparta una opinión. No creo que los argumentos del señor Bermúdez sean estulticias o necedades, son sus argumentos, aunque no los comparta. Pienso que los míos están más cerca de la verdad. Y esto no es porque quiero ser más revolucionario que los demás o porque estoy más allá del bien y del mal. Tampoco porque quiero mostrar los errores y horrores de ninguna “revolución”, pues el tema trasciende a Venezuela. Me pregunto: ¿Qué pasaría en una discusión con el señor Bermúdez sobre una materia mucho más candente? ¿Le diría a su interlocutor: “Salte pal medio”?
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