Incluimos entre los más grandes y furibundos culillistas, a Francisco de Paula Santander, José Antonio Páez, Mario Vargas Llosa y su hijo Álvaro; a Carlos Fuentes, a Carlos Alberto Montaner, Plinio Apuleyo Mendoza, todos los que han sido presidentes en América Latina (excluyendo a Allende, a Medina Angarita, Jacobo Arbenz, Juan Bosch, Juan Domingo Perón…, y todos los que hoy conforman la ALBA).
Esta filosofía trataremos de desglosarla en este artículo con una serie de ejemplos, y esperamos que otros camaradas la desarrollen y le den todo un cuerpo estructural, conceptual, teórico.
En esencia, el Culillismo consiste en aceptar que nosotros los latinoamericanos somos unos parias; que requerimos de la mano y del poder norteamericano para sobrevivir en este mundo. Que nuestra moral y principios no pueden ser otros que los que nos dicte el Departamento de Estado gringo.
El mayor filósofo del Culillismo latinoamericano fue Carlos Rangel, quien escribió “Del buen Salvaje al buen revolucionario”.
Para el Culillismo, el Panamericanismo resultó para nosotros una panacea, lo que pasa es que nosotros somos demasiado brutos, demasiado holgazanes, vividores, vivalapepa y no supimos aprovechar todas esas enormes migajas de chatarra y de maravillosa tecnológía de quinta y sexta mano que recibíamos del Norte.
Fuimos tan pérfidamente estúpidos, que en 1889 cuando los gobiernos latinoamericanos acogimos con locura la iniciativa norteamericana de formar una “Unión Panamericana”, con sede en Washington y basada doctrinariamente en el monroísmo, no pedimos que nos anexaran de una buena vez a toda la Unión.
Debimos exigir abiertamente que el poder norteamericano fuese garante de la seguridad de todas las repúblicas hemisféricas.
Luego tácitamente, todos los filósofos del Culillimo aceptaron la superioridad y la hegemonía de “la gran democracia del norte”.
El culillismo ve como grandioso que la guerra hispanoamericana de 1898 la ganaron los norteamericanos a España, porque eso significó la independencia de Cuba y un cambio de régimen en Puerto Rico.
El Culillismo sostiene que verdaderamente la administración española era anticuada, perezosa y corrompida si se le compara con la administración eficiente, escrupulosa y progresista de los norteamericanos.
El Culillismo ve como grandioso el que EE UU saneara Panamá arrancándosela a esa “miserables y repugnantes criaturas colombianas” como sostuvo el presidente Teodoro Roosevelt.
El Culillismo ha pedido que el 3 de agosto de 1914, el día en que pasó el primer barco por el canal, casi el misma día que comenzó la Primera Guerra Mundial, se declarado Día del Sueño Americano.
Para el Culillismo todos los latinoamericanos nos hemos aprovechado sin derecho del canal el cual ha sido de inmenso beneficio para la comunidad internacional.
Según esta filosofía la República de Panamá ha derivado del Canal beneficios que no por insuficientes, pueden ser ignorados. En primer lugar, Panamá le debe al Canal su existencia nacional, sin la cual (y sin el Canal, si por ejemplo los EE.UU. lo hubieran hecho a través de Nicaragua, que era otra posibilidad) sería, como era antes de 1903, la más remota, pobre, malsana, descuidada y desgraciada provincia de la República de Colombia. El culillismo sostiene tajantemente que si los latinoamericanos fuéramos enteramente coherentes y consecuentes en nuestros reproches a los EE.UU. por el asunto de Panamá, tendríamos que comenzar por proponer que Panamá volviera a estar bajo soberanía colombiana. Y si tal idea es impensable, y sería violentamente rechazada en primer lugar por los mismos panameños, algo le deben éstos a Teodoro Roosevelt, después de todo.
El culillismo llama insistentemente a la reflexión a los pueblos latinoamericanos para que entiendan de una buena vez que las intervenciones que ha tenido que hacer EE UU en el Caribe es sencillamente una cuestión de seguridad nacional, materia en la cual las naciones, sea cual sea su sistema político y económico, no lo asumen responsablemente; y en todo caso ninguna potencia histórica más que la democracia norteamericana, debe asumirlo por nosotros.
El Culillismo recibió un gran aporte de Henry Stimson, Embajador en Nicaragua en 1927, y más tarde Secretario de Estado y Secretario de Guerra de Hoover y Franklin Roosevelt, quien dijo: “Hay consideraciones geográficas que nos imponen un interés muy especial sobre la manera como ciertas naciones latinoamericanas cumplen las responsabilidades inherentes a la soberanía y la independencia. Me refiero a esas naciones cuyo territorio está adyacente y puede servir para controlar la gran ruta marítima que va de nuestra costa del Atlántico a nuestra costa del Pacífico, a través del Mar Caribe y el Canal de Panamá. La situación ni siquiera deriva de la Doctrina de Monroe, sino de ciertos principios amplios de defensa propia, siempre determinantes en la política de las naciones que de algún modo dependen del (control del) mar... (De allí) nuestro interés en la estabilidad de los gobiernos soberanos en el área del Caribe y del Pacífico. Si esos gobiernos soberanos no cumplen la responsabilidad inherente a su independencia; si son incapaces de garantizar las vidas de extranjeros residentes; si repudian deudas que en derecho han contraído con acreedores de otras naciones; si permiten la confiscación de legítimas propiedades de extranjeros entonces, bajo los usos comunes de la vida internacional, potencias extranjeras podrían intervenir (con la excusa de que lo hacen) para la protección lícita de sus derechos.
Eso conduciría a una situación claramente perjudicial y peligrosa para los intereses vitales de los EE.UU. en la ruta marítima a través del Canal de Panamá... Si los EE.UU. no estamos dispuestos a permitir que las naciones europeas protejan sus derechos consuetudinarios en esta zona, tenemos hasta cierto punto que hacernos responsables de esa protección. (Henry L. Stimson, American Policy in Nicaragua, New York, Scribner, 1927)”.
Seguiremos desarrollando esta filosofía del Culillismo en otras entregas. Pero como el lector podrá ver, es extraordinariamente interesante. Vale la pena investigar y ocuparse del tema.
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