Fernando Lugo: “Cayó por convertir a Paraguay en lucha de clases”

La falsa teoría de que la globalización capitalista acabó con la lucha de clases y que el proletariado ya no juega papel protagónico en el derrocamiento del capitalismo y en la construcción del socialismo, sigue recorriendo el planeta como el gran mojón de todos los milenios. A Marx, eso lo que le produce es simplemente risa y ésta, en lo labios de Marx, es una crítica demoledora a las pendejadas del capitalismo. Por lo demás, no produce ni siquiera una roncha en la piel del marxismo, aunque unos cuantos ideólogos etiquetados de izquierdistas lo griten a todo cañón dando la espalda a las realidades de la historia.

 Hay periodistas-animadores de televisión y de radio que se creen expertos analistas internacionales. Piensan que haciendo payasadas meten en directo sus sandeces “conceptuales” en la conciencia de las masas. Uno de esos periodistas-animadores lanzó la siguiente perlita como si en verdad fuera un alto academicista de la ciencia política o de la sociología: “A Fernando Lugo lo van a derrocar en el Congreso de Paraguay, porque llevó a ese país la lucha de clases y eso en este tiempo no tiene vida”. ¡Que monstruosidad de nihilismo de ferretería! Ni siquiera el más ignorante de los políticos o de los sociólogos en este mundo sería capaz de llegar a una conclusión tan antisalomónica como la del errado periodista-animador disfrazado de analista internacional.

 Los periodistas que se ocupan de dar opiniones políticas sobre todos los temas o materias habidos y por haber deben, por delicadeza y por su propio autorespeto, leer algunos textos elementales de la política y, entre éstos, deben estar –de manera obligatoria- “El Manifiesto Comunista” de Marx y Engels y “El Estado y la Revolución” de Lenin. Y si se trata de sociología no pueden faltar: “La lucha de clases en Francia” y “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” de Marx como tampoco “La historia de la Revolución Rusa” de Trotsky. Deberían saber, por ejemplo, que Marx no fue el inventor ni descubridor de la existencia de la lucha de clases. Antes que Marx, señores periodistas antichavistas, prestigiosos economistas e historiadores de la burguesía hablaron y escribieron sobre clases sociales. Ahora, cosa correcta o cierta, es que Marx descubrió que toda la historia del género humano, salvo un tiempo de la comunidad primitiva, era de lucha de clases. ¿Acaso alguien está en capacidad de demostrar lo contrario a lo dicho por Marx? Por lo demás, esos periodistas-animadores deberían de leer, aunque sea exclusivamente, el concepto que aportó Lenin sobre clase social y que luego lo refuten con los argumentos que deseen, si es que pueden.

 Precisamente, a Fernando Lugo lo derrocan porque él no cree en la lucha de clases. Ve la política a través del lente de la religión y no a ésta a través de aquella. Fernando Lugo gobernó a Paraguay pensando y actuando como si estuviese en el púlpito de una Iglesia, como un sacerdote y no como un estadista. Creyó más en los poderes sobrenaturales del señor Jesucristo que en lo poderes creadores del pueblo paraguayo. Su misticismo estaba muy por encima de la sociología y de la política. Dejar en manos o en poder de Dios los gravísimos problemas que vive el género humano en la Tierra es un deprecio nihilístico a la política. Mientras tanto, en política, el imperialismo es pragmático, dicta las órdenes sin antes pensarlas y los epígonos las ejecutan. El imperialismo no congenia con el nihilismo. ¿Existe algún ingenuo que crea que la Casa Blanca no tiene sus manos metidas en el golpe dado al Presidente Fernando Lugo por el Senado liberal-colorado?

 El derrocado Presidente de Paraguay, Fernando Lugo, es un hombre bueno, democrático, creyente en la justicia divina, de fe fervorosa en un destino donde la última palabra la tiene el Ser Supremo. Por eso, muchas realidades le pasaron por encima in que se diera cuenta de ello. Acusarlo de autor de masacres, cometidas por militares y policías que actualmente defienden a los golpistas, es como acusar a Galileo de conspiración contra la Inquisición. El mismo hecho de que el Presidente Fernando Lugo haya acatado, sin compartirla por supuesto, la decisión de los golpistas, es una prueba del respeto que siente por las triquiñuelas de la democracia parlamentaria burguesa. Un Senado que no respete la voluntad mayoritaria de un pueblo votante, que tome decisiones de espalda a esa voluntad, debe ser sometido a juicio público en las calles, en las plazas, en las fábricas, en los campos, en las universidades, en los barrios de una nación. Esto es potestad, primero, del pueblo paraguayo pero –no sé si se están dando cuenta el imperialismo y las oligarquías latinoamericanas que obedecen sumisamente a los dictados de la Casa Blanca- es que nuevamente están preparando condiciones objetivas para que resuciten los camaradas Che Guevara y Camilo Torres Restrepo con morrales a la espalda, fusiles en las manos y los libros del marxismo –como guía para la acción- al grito: “Crear uno, dos, tres o muchos Vietnam en la segunda década del siglo XXI”. El afán desmedido de devorar la riqueza de otras naciones ciega a lo imperialistas y no los deja ver con claridad las realidades que ellos mismos crean en su contra.

 Tal vez, suceda en Paraguay lo mismo que en Honduras y crean, los imperialistas y sus epígonos, que todos los episodios que derrocan a gobernantes democráticos pasan inmediatamente al olvido y, por lo tanto, los pueblos vuelven a demostrar su resignación al régimen capitalista que los explota y los oprime. El imperialismo creyendo que quien reparte se queda con la mejor parte, olvida que quien ríe de último ríe mejor. Todo, absolutamente todo, lo que nace tiene su final. Ningún imperio, como ningún modo de producción, es eterno. Así lo confirma, hasta hoy, la lucha de clases que tampoco será eterna porque ella misma lleva en sus entrañas el germen de su propia autodestrucción. Es el tiempo del proletariado. Allá éste si lo aprovecha o lo desaprovecha.



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Freddy Yépez


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