Pero Bermúdez, en ese afán ventajista de ciertos venezolanos, se permite enviar una réplica a mi réplica, la cual le es publicada. El ofende, se le contesta y vuelve a ofender. Se cree con derecho de golpear dos veces y sólo recibir una respuesta. Si este mecanismo se permite, lo que se está haciendo ya es un debate, para lo cual es necesario que quienes debatan quieran hacerlo y que Aporrea esté interesada en que ese debate se produzca. En lo personal, no estoy interesado en debatir con el señor Bermúdez, estuve interesado en aclararle que no le acepto insultos ni a él ni a nadie y que quienes insultan generalmente lo hacen porque carecen de argumentos para convencer, como se lo demostré en la réplica que hice de su ofensivo artículo. Bermúdez reivindica sus groserías y afirma que no me insulta cuando afirma que escribo necedades, pues los humanos somos proclives a producirlas. Si las cosas son así, y para cortar ahora sí esta discusión personal que no inicié yo, simplemente le digo que no comparto su forma de discutir y que no me interesan en absoluto sus opiniones, pues no las encuentro cimentadas en argumentos sólidos. Es todo.
En respuesta a la repuesta de Luis Fuenmayor Toro o réplica final (Steven Bermúdez)