Utilizar consignas del pasado como “ese hombre si camina”, “el cambio va”, “es como tú”, “arregla esto”, “si podemos” o dormir una noche en un rancho con su lencería bien lavada, desinfectada y perfumada para que no le pique ni una hormiga, es burlarse de un pueblo que ya aprendió y sabe identificar a un líder cuando le dice la verdad.
El comandante Chávez lo ha dicho y lo ha reiterado a lo largo de sus incontables intervenciones públicas. Por más que trataron en los inicios de su período gubernamental de asesorarlo en como mentir al pueblo; él se opuso a tales pretensiones y estableció la diferencia que existe con los candidatos detergentes, como el que hoy pretende imponer la oposición apátrida a la mayoría de venezolanos y la cual además, aplaude cualquier golpe de Estado en Latinoamérica.
Su verdadera estrategia salta a la vista cuando los artífices de su campaña, (asesorados por Rendón y el combo de Uribe) se lanzan por senderos oscuros y en decadencia, a buscar apoyo en Europa amparados en la trayectoria nefasta que los identifica, como lo representan por ejemplo un Antonio Ledezma, Ramón Guillermo Aveledo o Ramos Allup, hoy en un tours por la decadente monarquía española.
Si bien es cierto detrás del majunche se agrupan “escuálidos tradicionales” como quienes se contaron en las elecciones primarias y quedaron como cenizas en los cuadernos devorados por el fuego, también se anotan los asustados por sus campañas de miedo y los integrantes de una clase media, que ven el “coco” del comunismo en las medidas de Chávez pero que siguen engañados por la burguesía a la cual imitan, por temor a perder algunos privilegios.
Es bueno tener claro y no debe haber ninguna duda que lo está en juego en las próximas elecciones no es un simple cambio de posiciones burocráticas, como se hacía en el pasado. Por más de cuarenta años este fue el juego de los partidos tradicionales AD, Copei, MAS, hoy imitados por sus hijos putativos de Primero Justicia bajo la tutela del Imperio.
Lo que se define en las próximas elecciones del 7 de octubre es el rumbo y el destino definitivo de la Patria para afianzar sus raíces e independencia, enarbolando las banderas de nuestro Libertador Simón Bolívar.
Cuando observamos el panorama internacional y vemos el papel que actualmente juegan los pueblos para asegurar su destino, es que podemos entender en toda su magnitud el tamaño del reto y el ejemplo que representa nuestra Revolución Bolivariana en el concierto de las naciones del mundo.
Si bien es cierto que los venezolanos atravesamos una coyuntura y debemos dar un paso necesario con las próximas elecciones del 7 de octubre; no es menos cierto, que también estemos a las puertas de un afianzamiento de nuestro futuro como nación socialista e independiente del colonialismo mundial.
Del pasó que demos los venezolanos para afianzar la Revolución Bolivariana en las próximas elecciones de octubre, dependerá el brillo de la luz que debe permanecer encendida para las luchas de los pueblos y para alimentar el espíritu revolucionario de la justicia y la igualdad de los hombres en el mundo.
No se trata de un simple juego para aceptar un candidato majunche que ahora quiere disfrazarse de pueblo. El sólo representa los intereses del Imperio y de la de la oligarquía depredadora y es fiel custodio de los planes de la canalla en Latinoamérica.
Ante su alergia por los pobres, a quienes nunca ha sabido defender y su afán de borrar su pasado golpista en Venezuela, quiere ahora asesorado por los jefes de campaña de Uribe, disfrazarse de rojo ignorando que “majunche es majunche aunque se vista de rojo”.
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