¡Oh, la redvolución está bien buena, maravillosa! ¡Aplaudo! ¡Uh! ¡Ah!
Schemel destapó la olla y esa musa del periodismo que es la Vanessa, le puso una pizca de sal al “sancocho”, bien bueno, tal que ni quedare soso ni saturado.
Así se hace periodismo, tal entre Vanessa y Schemel, que saben preguntar y responder -respectivamente- muy bien.
Una pregunta apropiada conlleva algo de la respuesta íd.
Cuando se dice la verdad todos ganan y nadie pierde; mas, no deja de haber quienes prefieren hacerse profesionales del embuste a lo J.J Rendón; he ahí a la jauría de periodistas sin cabeza que medra en la oposición apátrida.
Es auspicioso saber que pese a la crisis del periodismo informativo, destaca un nutrido grupo de periodistas dignos, que hacen vías alternas a los modos pervertidos y pervertidores, de informar.
No me canso de señalar que se deben voltear los ojos hacia la conformación de un periodismo necesario, por lo distinto al que hace la inmensa mayoría de periódicos (que sólo sirven para uno poner un “fax” o un “telegrama”) y, televisoras como Globovisión.
Schemel no es santo de mi devoción pero, “al pan pan y al vino vino”, luce el tal Schemel como un hombre brillante porque parece decir la verdad y, no porque diga que Chávez se perfila imbatible electoralmente, ya que ir por esto sería caer en el fanatismo ciego y eso no me va de ninguna manera en ninguna circunstancia de lugar, de modo ni de tiempo.
El fanatismo, venga de donde venga y vaya hacia donde vaya, es pernicioso de todas todas porque se inspira en lo ajeno a la complejidad de lo real, por lo que descoca.
Y, respecto a la Vanessa, huelga decir que ella me parece el prototipo de la propia periodista incisiva; en el caso que ocupa, Schemel que decía una vaina bien buena y ella que no se conformaba y repreguntaba hasta llegar al hueso del dato, dejando claro lo que uno, el pueblo de abajo, quiere saber.
Vanessa es bonita, además. ¡Ah! ¡Eh! ¡Ih! ¡Oh! ¡Uh!