Escribir para detallar lo que se ve y se siente dentro y fuera se hace incomodo, tedioso y cuesta arriba: por una parte la filosofía y la psicología aplicada por algunos “cultores” nos recuerda un pasado de Cartas a El Nazi-onal que para organizar veinte líneas con creatividad hacia la crítica había que enviar varias de ellas y, que no las publicaran a favor de la decencia en combatir la perversidad del poder y el nutritivo libertinaje y corruptelas de muchos líderes que algunos todavía andan por ahí vagando cómo si nada y, poco a poco se pierde el interés de ironizar casos que no pasan la línea amarilla y, además: al notar que hay un público demasiado culto que se preocupa más de los chismes y bajezas ocasionales que nada le dejan a la república ni a la convivencia entre los seres humanos y cuando le tiramos algo para pensar y para analizar, se distraen en las nebulosas de otras cosas subjetivas y no te leen o te leen pocos, a pesar que por lo general, siempre estamos pendiente de innovar o atrapar acontecimientos que dejan una huella simultánea de atención o, recorrer el presente con las informaciones momentáneas que nos caen a cualquier hora del día o de la noche en que gotean fácilmente de la prensa mundial como agua destilada de una piedra porosa en desgaste y, nos ilusiona saber que, en La Viña del Señor hay de todo.
Pero, que le vamos a hacer, los tiempos pasan y las dificultades siguen y sólo nos queda campear el temporal y, seguir en la lucha de las ideas que siempre habrá un Quijote que nos oriente en el camino que queda por delante en que la justicia social habrá de imponerse, aunque el imperio nos acose y los apátridas se desvelen por truncar nuestros sueños de vivir en paz en un mundo mejor.
La lucha continúa y nosotros seguiremos metidos en la brega cotidiana por el bien de la gran mayoría y en contra de una minoría enquistada y aburguesada que lo tiene todo y quiere tener más.
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