Caprilistas vs. chavistas: Ineficiencia vs. saboteo

La verdad es que no deja de sorprender la forma como muchos venezolanos se
han acostumbrado a interpretar los diferentes acontecimientos que ocurren,
según la acera político-partidista donde están parados. Y es que no sólo
se trata de la interpretación que hacen, sino que pasan inmediatamente a
emitir opiniones a través de los diferentes medios de comunicación que
tienen a su alcance: prensa escrita impresa y digital, radio, televisión,
correo electrónico, facebook, twitter, blog y mensajería de texto.

Muestra de ello son las versiones contrapuestas que se difundieron
inmediatamente después del evento ocurrido en Amuay. Miles de opiniones
llovieron para dar cuenta de lo acontecido. Unos, identificados como
caprilistas, consideraron que lo de Amuay se debió a la ineficiencia por
parte del gobierno en el manejo de la industria petrolera. Otros,
etiquetados como chavistas, simplemente señalaron que se trató de un
saboteo. Ninguno de los dos bandos, por cierto, conoce la verdad, porque
aún no se ha realizado una investigación.

Las dos versiones tienen igual probabilidad de ser ciertas. La
ineficiencia forma parte de todo proceso donde interviene el ser humano,
sencillamente porque la eficiencia perfecta no existe. Esa ineficiencia se
traduce, en ocasiones, en fallas que derivan en accidentes como el de
Amuay. Basta sólo recordar grandes accidentes industriales que han
ocurrido en las últimas décadas: Three Mile Island (Estados Unidos –
1979), Bhopal (India – 1984), Chernobil (Ucrania - 1986), Golfo de México
(2010) y Marcoule (Francia – 2011). El saboteo, por su parte, no es más
que una práctica utilizada en determinados momentos por grupos políticos
que disputan el poder. Sólo basta hacer el registro de los saboteos que
contra instalaciones industriales y de infraestructura han ocurrido
durante los últimos años en países como Colombia, Iraq, México y Nigeria.

A todas estas, y para concluir, voy acudir al escritor Mario Vargas Llosa,
quien en su reciente libro, “La civilización del espectáculo”, dice lo
siguiente: “La banalización de las artes y la literatura, el triunfo del
periodismo amarillista y la frivolidad de la política, son síntomas de un
mal mayor que aqueja a la sociedad contemporánea: la idea temeraria de
convertir en bien supremo nuestra natural propensión a divertirnos”.

* alportillo@ula.ve


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Alfredo Portillo

Docente universitario

 alportillo12@gmail.com

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