Aún nuestro pueblo no se repone del terrible golpe que significó la explosión en la Refinería Amuay; brutal golpe causal o casual –eso está por verse con la investigación que realiza el gobierno– que ha enlutado al país, junto a los dolores que ha dejado el cambio climático, las lluvias, la crecida súbita de ríos que arrasan con todo. Una macabra sinfonía de dolor a la que hay que reponerse porque, precisamente, las hienas y aves carroñeras que conforman la contrarrevolución fascista interna y sus jefes yanquis de la CIA y del Estado norteamericano.
Lo primero que hay que destacar es la conducta solidaria y humanista por parte del gobierno para ni dejar solas a las comunidades y poblaciones afectadas por los fenómenos naturales sino, incluso la altísima preocupación gubernamental que se traduce con la presencia del presidente/comandante Hugo Chávez en los lugares de los hechos y el apoyo en recursos diversos para mitigar la crisis inmediata y planea a mediano y largo plazo para solventar los problemas estructurales.
Chávez con la gente, compartiendo con su pueblo, escuchándolo, buscando soluciones a la problemática, mientras eso ocurre y el gobierno enfrenta a la naturaleza para hacerla obedecer y controlar sus furias, ¿Qué hace la contrarrevolución, la ultra derecha, ávida de poder y de sangre?
Baste leer lo dicho por Ramón Guillermo Aveledo, refiriéndose a la tragedia de Amuay: “ Eso vale más que cien giras de Henrique Capriles. El Teniente Coronel ha recibido el palo cochinero más recio en toda esta campaña. ”
Es decir, a juicio del alto vocero de la contrarrevolución y de la llamada MUD, el comandante Hugo Chávez ya perdió las elecciones del próximo 7 de octubre por la explosión de Amuay. Politizando el hecho, cual bestia carroñera, pasando por encima del dolor, ardiendo todavía dos de los tanques de gasolina, se lanza con esas y otras infames opiniones. Claro, el anciano Aveledo pasa deliberadamente por alto que en todos los acontecimientos y desastres naturales o de otro tipo ocurridos el gobierno no sólo ha estado presente –lo que de por sí genera confianza y levanta la moral entre la masa afectada– sino ha actuado como lo que es: como gobierno serio y responsable, lo que no fueron los de la Cuarta República con las tragedias.
Si se le hace un seguimiento a la cadena de declaraciones tremendistas, terroríficas, golpistas de la ultra derecha que actúa en Venezuela sobre todo con la tragedia de Falcón, podemos, en primer lugar, concluir con la naturaleza inhumana, cruel, pérfida y canalla de este sector social que mal dirigió al país de 1958 a 1998. Cabe, igualmente, especular sobre la posibilidad de un sabotaje, de un acto terrorista largamente preparado por aquellos que nunca han cesado en su afán de destruir la revolución y su gigantesca obra social y los logros alcanzados por nuestro pueblo, sus clases trabajadoras, los sectores más vulnerables y débiles, los excluidos y marginados de siempre.
¿Puede la tecnología norteamericana producir una catástrofe de esa magnitud?
Mucho se ha especulado al respeto, sobre todo con las grandes tragedias naturales: terremotos, sunamis, deslaves, fractura del casquete polar. Pero igualmente la tecnología militar en manos de terroristas adiestrados puede lograr terribles efectos. No se olvide que el objetivo del imperio es destruir la revolución a como dé lugar, más si es utilizada la tragedia como un hecho político como en efecto está ocurriendo. La respuesta del gobierno, de los revolucionarios y del movimiento popular debe, entonces, ser política, a la par que se profundiza y aceleran las investigaciones. No bajar la guardia, seguir en la calle y prepararse para el triunfo contundente del 7 de octubre.
(humbertocaracola@gmail.com)