La actitud soberbia, agresiva, arbitraria y racista de Inglaterra, frente a la decisión soberana de Ecuador de dar asilo a Julián Assange, es una clara demostración que el norte desarrollado sigue siendo colonialista y despótico, independientemente de sus finas maneras, de su lenguaje cortés y de sus exigencias de respeto de los derechos humanos. Las actitudes europeas y norteamericanas en Libia, Siria y Palestina, no dejan lugar a ninguna duda. Para lograr sus propósitos son capaces de cualquier cosa sin que nada los detenga. Organizan ejércitos mercenarios homicidas, armados hasta los dientes, que destruyen todo a su paso, masacrando pueblos enteros y violando y asesinando a mujeres y niños, para luego, a través de las transnacionales de la comunicación, convencer al mundo que los desmanes y la violencia provienen de las dictaduras enfrentadas por estas “milicias populares” de liberación.
Bajo esta permanente propaganda, la población mundial es manipulada para que incluso exija la intervención de las potencias capitalistas, siempre dispuestas a salvar a quienes son sometidos a tan sanguinaria violencia. De esa manera, los gobiernos de los países intervencionistas quedan con las manos libres para actuar, al estar sus pueblos anestesiados por la propaganda mundial. Caen en la trampa también grupos organizados y personalidades pensantes de posiciones antiimperialistas, que en lugar de trabajar en la clarificación de la situación y enfrentar las actitudes hostiles imperiales, terminan por hacerse eco en sus escritos y declaraciones de lo que informan de manera incesante las agencias extranjeras y repiten como loros las nacionales. Terminan por ser cómplices de toda esta conjura contra las naciones del tercer mundo.
En absoluto estamos defendiendo la existencia de dictadores militares o de cualquier tipo, de carácter anti popular y con muchos años en el poder, cuyas acciones, dicho sea de paso, parecen las de niños de pecho ante las atrocidades cometidas por quienes pretenden corregirlos. Las situaciones a veces se hacen tan evidentes, que incluso los periodistas honestos, que cubren los conflictos generados por la acción de estas fuerzas externas, llegan a darse cuenta de que no se trata realmente de pueblo en armas, sino de mercenarios venidos de países vecinos, y que las matanzas y hechos violatorios de los más elementales derechos humanos no son producidos por las fuerzas de los gobiernos inculpados, sino por los mercenarios organizados desde el exterior y que actúan disfrazados de pueblo en rebelión.
La actitud británica ante el asilo dado al periodista Assange es una demostración más del poco respeto que las grandes potencias tienen por nuestros países. Sin lugar a dudas, el principal enemigo del desarrollo de nuestros pueblos lo constituye el poder imperial, que actúa para tener bajo su tutela y seguir explotando a las naciones subdesarrolladas.
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