Esta derecha lambucia sabe muy bien lo que significa para su futuro la elección del 7-O. Ya la tal mesa no es de la unidad ni nada que se le parezca. Comprueban adecos, copeyanos, los nuevo tiempo y demás grupos que la saliva de loro no pega y el desprecio con que son tratados por los neofacistas justicieros los obliga a redefinir sus próximos pasos. Para muchos de ellos seguramente el 7-O ya no les interese tanto, ante el inminente triunfo de Chávez. Seguramente no se atreven a dar un paso de denuncia a los planes suicidas y antipatria de la MUD, como lo han hecho en solitario el exgobernador de Anzoátegui, David de Lima.
Lo cierto es que el candidato Capriles no oculta su desequilibrio emocional. El, su comando y seguidores lejos de sentir los embates de la naturaleza y accidentes como el ocurrido en la refinería de Amuay, lo que hacen es celebrar y frotarse las manos con la creencia que eso es suma de votos para ellos. Bien lejos están de la realidad. Lo que no han podido ni podrán es atacar la manera rápida y efectiva como ha actuado el gobierno nacional y el mismo presidente Chávez. Que se bajen de esa nube y vengan a preguntarle a la gente de Cumanacoa y Paraguaná cuál ha sido el comportamiento de los revolucionarios.
El mensaje para los zamuros y carroñeros mediáticos que están acompañando al candidato opositor es a la procura de una reflexión sobre el futuro de nuestro país. A poner los pies sobre la tierra. Sepan una vez más, y esto será ratificado el 7 de octubre, que la mayoría del pueblo venezolano votará para defender sus avances sociales, políticos, económicos y culturales. Ese día se les acabarán los brincos y el corazón de la patria seguirá palpitando de alegría.
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