Cuando un ser humano o un grupo de ellos actúa en contravía con la razón, llega un momento en el tiempo en que paga por sus actos y como un boomerang, se le devuelven sus acciones y le estallan en la cara.
Recordemos si no, cuando previo al golpe de estado de abril del 2002, comenzó el goteo de oficiales traidores ante los medios de comunicación, lo cual devino en la imposición de una matriz de opinión, que hay que aceptarlo, minó las bases revolucionarias y la revolución tuvo que enfrentar y derrotar una conspiración que incluso logró deponer al Jefe de Estado aunque por pocas horas; en esos días el pueblo y la fuerza armada leal reaccionó y ya sabemos lo que sucedió a posteriori.
En estos momentos Venezuela se encuentra ante una oportunidad de que el pueblo tome quizá la decisión más importante, en estos ya casi 14 años de cambios estructurales, bajo el cobijo de ideas que se creían enterradas en el cementerio de la historia, pero que aquí resurgieron con fuerza inusitada.
Estamos a las puertas de una nueva elección para escoger entre socialismo y capitalismo, entre una forma de gobierno que coloca como sujeto y objeto de su gestión al ser humano y otra que tiene como norte la acumulación de capital en pocas manos con las consecuencias que ya conocemos y que ahora mismo están padeciendo países de Europa y Estados Unidos en donde explotó la burbuja capitalista y se inició una especie de metástasis que ha colocado a la población pobre, en un estado de indefensión tal, que ha mostrado la verdadera cara de un sistema demoledor no solo del ser humano sino del ambiente que Dios colocó en la tierra para contribuir a hacer de la vida de la vida, cualitativamente, lo más inmejorable posible.
Ante este panorama han sucedido hechos que ya se hacen comunes, similares al goteo previo a abril, pero esta vez con dirigentes de la derecha que al comprobar que estaban metidos en una especie de cloaca política, en la cual se cocina la verdad sobre las perversas intenciones de imponer, en caso de llegar al poder, un paquete neoliberal, que en nada deja de parecerse al que una vez quiso imponer el gobierno del hoy fallecido CAP, con las terribles consecuencias del llamado caracazo, cuyas heridas aun después de más de dos décadas no han podido cerrarse.
Lo que ha sucedido con el sindicalista Rondón, con el ex gobernador David de Lima y hace pocas horas con el diputado William Ojeda, es una prueba de que el discurso del candidato de la derecha es una farsa descomunal, pues la realidad que se ha querido esconder y que ha sido develada no solo por estos tres dirigentes opositores, sino por programas de opinión incuestionables que han mostrado documentos firmados por el candidato, en los cuales se expresa claramente la formula para convertir esta Patria en un país neoliberal, dependiente, privatizador, entreguista, opuesto a la inversión social como prioridad y destructor de los logros que con la Revolución han tenido las clases más desposeídas y excluidas de este país. .
Seguramente vendrán otros que como estos últimos tres, que no son los primeros, pues ya sabemos lo que sucedió con el PPT y PODEMOS, partidos en los cuales la mayoría de sus dirigentes y militancia se rebeló contra quienes por un plato de lentejas, de la noche a la mañana traicionaron su principios fundacionales de corte socialista y pretendieron entregar sus organizaciones a quienes siempre han sido los enemigos históricos de los movimientos progresistas del mundo.
Eso que ha sucedido antes, durante y en la recta final de la campaña y que los medios de la derecha intentan minimizar, son la muestra de que esta vez, ante una coyuntura histórica, como la que nos espera el 07 de octubre, la racionalidad, de un pueblo como el venezolano, que también es producto de los logros revolucionarios, se está imponiendo en las grandes mayorías, como se deduce de todas la encuestas serias, pero esta vez a niveles inesperados y que solo aparecen como consecuencia de las ya inocultables perversas intenciones de la derecha venezolana, tan terribles para el futuro de la Patria que incluso desde dentro del monstruo, surgen señales de la imposición de la razón.
Son las cosas que permiten afirmar, sin temor a equivocarse, que los hechos o eventos extraordinarios que algunos tienen como tabla de salvación ante la derrota, están sucediendo pero con efecto contrario que le mueve el piso a quienes pretenden torcer la historia en la Patria de Bolívar.
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