Cacería, persecuciones y cárcel para los chavistas

Siempre hemos dicho que esa campaña silenciosa que llevó a cabo el candidato de la ultraderecha, Henrique Capriles Radonski, se debió a que el hombre carece de propuestas claras y convincentes y a esas precariedades intelectuales que le impiden mantener un discurso denso y prolongado, pero hay otro elemento no menos importante que se debe considerar en esa apariencia pasiva que el aspirante fascista le mostró al país; me refiero a que él es un hombre caracterizado por la agresividad y en la campaña lo hicieron ver todo lo contrario.

De allí que si hacemos un análisis concienzudo de la situación, caemos en cuenta de que no había otra forma de deslastrarlo de su violencia sino mediante una campaña en la que le colocaran una aureola, en tanto sus asesores volteaban la tortilla electoral. Cada vez que el candidato de la Patria, Hugo Chávez, hablaba, Capriles se hacía el agredido cuando en realidad el airado e impulsivo es él.

Por eso, cuando estamos en la recta final de las elecciones presidenciales es bueno recordar su protagonismo en los sucesos del golpe del 11 y 12 de Abril de 2002. Sobre todo el asedio a la embajada de Cuba y las agresiones al ex ministro de interior y Justicia Ramón Rodríguez Chacín. Y no se trata de ser reiterativo, sino de plantear que esos eventos que marcaron la carrera política de Capriles Radonski, nos mostraron en realidad la clase de ser humano que se esconde detrás de ese flaquito con aspecto famélico y carita de “yo no fui”. Hay que abrir bien los ojos, no nos dejemos engañar. El abanderado de Primero Justicia es un agitador capaz de cualquier cosa cuando tiene poder.

Capriles en los primeros días de su campaña andaba rodeado de policías armados hasta los dientes, que agredían a los chavistas, principalmente a los periodistas. No olvidemos eso, sólo que las denuncias de prensa lo hicieron recular y entonces dejaron de verse los funcionarios con pistolas, y comenzaron a decir que eran los revolucionarios quienes le saboteaban las concentraciones.

Organizaba todo un aparataje y a los pueblos de costa atracaba en canoa y decía que por tierra no lo dejaban llegar los adeptos de Chávez alzados, pero todo eso no era más que un ardid, para hacerse la víctima y quitarse de encima la etiqueta de saboteador, arrebatado, brusco, pendenciero.

De allí que no debe quedar duda de que en el supuesto negado de que Capriles Radonski llegue a la presidencia, no sólo acabaría con la Gran Misión Vivienda Venezuela, Mercal, Barrio Adentro, en Amor Mayor, Ciencia y Tecnología, Madres del Barrio, las pensiones, sino que serían bestiales las cacerías, los asedios, las persecuciones y encarcelamientos en contra de los revolucionarios en este país.

Son muchos los actos que nos muestran a un Capriles sin escrúpulos, de modo que no debemos caer en su trampa; ciertamente su parquedad, su silencio, repito, se debió a su escaso nivel intelectual, pero también a que querían librarlo de esa violencia congénita que lleva en el alma, para presentarlo como un hombre de paz y confundir a la población.

Votemos, no nos quedemos en casa esperando que los opositores decidan por nosotros, no pequemos de triunfalismo, porque si gana esa imagen nimbada que nos presenta la MUD de candidato, amigos y amigas, no creo que ningún chavista sobreviva a su largo y musculoso brazo fascista. Desataría todos los demonios en contra de los rojos rojitos.

Mínimo, mínimo, nos pone a comer perrarina. Y esto no es chiste: mucho alimento de perro hicieron comer a los pobres de esos cerros de Caracas en la IV República, hasta que llegó Chávez y mandó a parar.

albemor60@hotmail.com

@AlberMoran


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Alberto Morán


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