En razón de horas Venezuela tendrá la oportunidad de volver a ejercer su derecho al voto y con ello el acto honorable de tomar una decisión que defina los destinos de los próximos seis años. Es una decisión entre dos alternativas: una, ya trabajada y lacerada desde 1998, que constituye el Proyecto Simón Bolívar; y otra, que busca insertar los éxitos del Proyecto Simón Bolívar pero bajo la sintonía de una apertura neoliberal clara y sin tapujos. No diría que es un choque entre socialismo y capitalismo, porque en ambos bandos esas concepciones no están nada claras ni instituidas.
Se da entonces, una confrontación política que, quiérase o no entender de este modo, influirá definitivamente en el comportamiento político latinoamericano. Viendo el asunto desde una óptica más compleja, apreciando el proceso electoral como algo importante pero no definitorio, el asunto no se circunscribe en ganadores y perdedores, va más allá de esa realidad. Quienes ganen tienen la tarea de consolidar la estrategia mono productora del país, revisar y mejorar los servicios públicos, desburocratizar la administración pública, transformar de plano el poder judicial y devolverle el control de las cárceles al Estado; profundizar el carácter social de las misiones y la políticas públicas de inversión privada en bienes y servicios; crear, entorno a las Instituciones de Educación Superior, una red nacional, continental e universal de intercambio de conocimiento y delinear el papel de las universidades en un proyecto de país incluyente y de justicia social. Quien gobierne los próximos seis años no puede dejar de visualizar un país que tiene heterogeneidad de pensamiento y en el cual la minoría que quede no es minoría para ser golpeada y exterminada, sino para sumarla al ideario de cambio y transformación, en la procura de mejorar la calidad de vida de los venezolanos.
En este sentido, es importante revisar qué se ha venido haciendo y cómo, porque no todo ha sido tiempo perdido. El concepto de independencia, de avanzada en la construcción del poder popular y la autonomía en cuanto a la toma de decisiones en asuntos administrativos financieros, ha permitido a Venezuela sobrevivir al inmenso colapso de la economía global. La perfección política radica en reconocer que en el marco del estado de derecho se ha logrado delinear una nueva concepción de ciudadanía, más representativa de los valores y símbolos de un Estado nacional que entendió que su manera de comunicarse es a través de un puente franco, directo e interactivo con la satisfacción de necesidades a los más necesitados.
Atendiendo a esta idea se da la premisa de que es necesario salir de la pobreza; la vía expedita para ello es la educación. El sistema educativo bolivariano ha acumulado experiencia en cuanto a la atención en las primeras etapas de la educación, en lo concerniente a la nutrición y satisfacción de necesidades fundamentales de carácter fisiológico y humano; pero ha descuidado la calidad educativa. Se requiere configurar un modelo de formación permanente que garantice una educación de mayores estándares de pertinencia e universalidad, desde donde el talento humano pueda responder a niveles de competitividad internacional. La educación no se circunscribe en aprender a leer y a escribir, hay que crear condiciones para la concreción de un pensamiento crítico, que produzca nuevo conocimiento y que contribuya a formar una condición humana enmarcada en la generación de independencia científico-tecnológica y en una autonomía-cooperativa, que se produzca un ensamblaje en positivo entre el conocimiento universal y el conocimiento local-continental, que define las verdaderas necesidades, en nuestro caso, de América del Sur.
En una palabra, octubre se presenta como la gran primavera para Venezuela; un tiempo para reafirmar la convocatoria por un país más humanizado; un país inmerso en un planteamiento de adecuación a la realidad global pero sin descuidar su realidad interna. Un país que garantice el cuidado del medio ambiente y que promueva el uso racional y comedido de su producto Premium de importación que es el petróleo. Un país que no termina con una elección, sino que se proyecta hacia un futuro prometedor y compulsivo; un futuro en lo “afirmativo venezolano”.
*.-azocarramon1968@gmail.com