Siempre hemos sido de la idea –desde hace muchos años- de que si no hay organización, tampoco habrá maneras de crear sistemas ágiles y mucho menos posibilidades de romper el bloque burocrático en el que se encuentra la administración pública de la nación y todos sus procesos.
Corresponde a los expertos en organización y sistemas conjuntamente con los juristas y especialistas en las leyes nacionales, la impostergable tarea de desmontar ese tinglado que es como una camisa de fuerza que impide alcanzar esas metas y objetivos que son planteados por el gobierno revolucionario en su diario accionar.
Cuando los funcionarios de la revolución deben poner a andar un determinado proyecto o acción, a veces se consiguen respuestas que lo que hacen es retardarlos.
¡Necesitamos efectuar esta tarea lo antes posible!, dice a quien le encargaron la tarea, para encontrarse con otro que le dice ¿Quién lo ordenó?
¡Entrégame la orden, porque no se puede hacer nada si no está autorizado! ¡Tráeme original y 2 copias!
Y así ocurre, en más de una instancia pública.
Afortunadamente, van surgiendo posibilidades que cada día mejoran, como es el caso del funcionamiento de Cadivi, el Saime, el CNE, el Seguro Social, Seniat e Indepabis, entre otros.
Lo ideal, necesario y urgente, es que toda instancia del Estado venezolano, sea del gobierno central o de las regiones, todos deben tener organizados sistemas tecnológicos de avanzada, a través de los cuales las personas puedan consultar y obtener respuestas a sus problemas, con lo que también estarían teniendo un proceso de descongestionamiento.
No hay duda, si no mejoramos nuestros procesos, seguiremos estancados en esa arena movediza que es la burocracia.
Respuestas de calidad
La buena administración no se queda allí pues deberá, por otro lado, ofrecer respuestas directas a los usuarios de la calle como es la organización del transporte público, las paradas, el tránsito de todo tipo de vehículo automotriz, la limpieza y reparación de las calles, las alcantarillas, las bocas de visitas, las aceras y la seguridad de las personas. Hay tareas que no pueden hacerse exclusivamente desde un escritorio.
Otro asunto importante tiene que ver con la contratación de obras y servicios por parte de las instituciones del Estado y los contratistas. Hemos apreciado en la ciudad la tardanza en la reparación de una obra y de la misma manera como ese trabajo contratado se deteriora a los tres meses, lo cual evidencia ausencia de calidad en los contratistas y falta de contraloría social.
Un vicio en materia de contratación, es ese que tiene que ver con adelantar un 50% del costo del servicio o la obra a los contratistas, lo que permite mostrar que muchos de quienes contratan, como carecen de dinero, se valen del compadrazgo para que le otorguen el anhelado 50% y comenzar a trabajar.
Hay otras irregularidades presentes siempre –desde muchas décadas atrás- que tienen que ver con la adquisición de bienes por parte del Estado y su penosa tramitación caracterizada por una papelería indescifrable y una tardía erogación que lleva aumentarle los precios a los bienes por la tardanza en cancelar. Entonces, como el Estado no paga al contado, le incrementan los porcentajes en los costos.
Hay muchos vicios que deben ser desmontados dentro de esa burocracia de ladrillo que ahoga a la administración pública.
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