Hemos entendido, al menos sólo en parte, de lo que se trata la revolución, palabra que asusta y, personalmente creo, hubiese podido evitarse, atendiendo los mismos objetivos que trae implícitos. En nuestro caso venezolano, romper con las diferencias sociales para que todos los que aquí nacemos tengamos igualdad real de oportunidades, confiriéndole a los más desposeídos los medios para realizarlas.
Al final de cuentas, esta revolución estaría desarrollándose para la justicia social.
También entendíamos que realizar lo anterior para nada significaba lograrlo quitándole a la población pudiente sus logros traducidos en propiedades, adquiridas mayoritariamente con sus propios medios, su trabajo honesto. Ciertamente bajo el modelo capitalista inculcado desde hace décadas y, hasta hace poco, moralmente aceptado por toda la sociedad.
Entendíamos, en algún momento de este proceso, que la democracia participativa significaba para nosotros un mecanismo de inclusión en las políticas del estado y de inclusión de aquellos cuyos deseos y necesidades no fueron contemplados con efectividad en ningún plan de gobierno durante el siglo pasado.
Cuando el Presidente Chávez, electo ahora para un tercer período, señala que “hay que profundizar el socialismo”, dándole más poder al pueblo, esperamos nosotros, los de la clase media, que ese propósito no se traduzca en tomar de lo construido para al fin entregarlo con un cartelito que señale “hecho por la clase media”.
Desde mi posición favorable al chavismo y a las políticas aplicadas desde el inicio, acorde a los necesarios cambios para buscar la igualdad social, no podemos compartir el alentar a nuestros hermanos en el sentido expresado criollamente del “quítate tú pa’ ponerme yo”. Es menester esforzarse en buscar los espacios del uno sin irrespetar el espacio del otro.
Esta es una parte de nuestras inquietudes, de nuestros temores. Temores no infundados, ya que hay ejemplos concretos y notorios que muestran, en numerosas oportunidades, que ha sido así.
¿Será que la profundización del socialismo se realizará acentuando estos desaciertos? ¿O se buscará tal vez el camino más difícil, más laborioso y no inmediato, pero más genuino y creativo, para que se logren los propósitos de la solidaridad sin afectar a otros igualmente venezolanos?
Por ahora, esto es lo que queremos comunicar. Con honestidad, sin temor a ser oídos, porque gracias a este gobierno bolivariano, estamos en un país libre, independiente, soberano. Así nos sentimos los venezolanos, así queremos expresarlo, de todo corazón.