Creo que nos estamos olvidando algo. Nuestra lucha por la presidencia de Hugo Chávez, nuestro Comandante, fue una lucha directa contra el imperio, no fue una lucha para ganarle a Capriles Radonski. El candidato de la oposición pudiera haber sido cualquiera vendepatria.
Lo importante era ganar contra cualquier candidato de la oposición, porque cualquier candidato opositor hubiera sido, y seguirá siendo un representante del imperio, nuestro verdadero oponente político y enemigo de la patria. Esto parece que lo entendimos el 7 de octubre, aún si lo entendimos solamente de manera subconsciente al escuchar a Chávez repetir, “¡El que quiera patria, venga conmigo!”
Así mismo creo que deberíamos considerar las próximas elecciones para gobernadores y alcaldes. No es un asunto de quien en particular gane las elecciones, sino de qué y como hacemos para que ningún opositor gane ninguna elección.
Cada opositor que gane cualquier puesto político activado por votación, se convierte en un enemigo aún más peligroso, y hará todo lo posible para que no tengamos patria. Recordemos a Alfredo Peña, ex alcalde de Caracas, por ejemplo, ¿quien le facilitó los arsenales de armas en el 2002 y 2003? Al nivel practico, funciona así: cuando una persona es electo a algún puesto político, las puertas de la embajada de EEUU se abren automáticamente para que esa persona reciba asesoría y financiamiento del gobierno de Estados Unidos. Es mucho más difícil para nuestro enemigo, el gobierno de EEUU, invitar a un político derrocado a su embajada sin que nadie se de cuenta, mientras que es algo aceptable, y considerado normal en las relaciones diplomáticas, de invitar al un ganador.
Es decir, al permitir que gane un opositor, estamos dándole las llaves de las puertas del imperio, estamos facilitando al enemigo, nos estamos jodiendo nosotros mismos, estamos vendiendo la patria.
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