Un candidato apoyado por los ricachones en un país socialista, que esta en plena campaña, llegó a un pueblo del interior de un estado venezolano, se paró sobre un cajón –para dársela de pueblo- e inició su discurso con un aire de sabelotodo de alta alcurnia:
¡Conciudadanos, compañeros, amigos! Nos hallamos aquí convocados, congregados o arrejuntados, para debatir, tratar o discutir un tópico, tema ó asunto trascendente, importante ó de vida ó muerte. El tópico, tema o asunto que hoy nos emplaza, reúne o arrejunta, es mi postulación, aspiración o candidatura a la Gobernación de este importante estado.
De pronto una señora afro descendiente del público interrumpe, pide la palabra y le pregunta al candidato: ¿Mira vale, por qué utiliza usted tres palabras para exponer lo mismo?
Pues mire, dama pueblerina: la primera palabra es para las personas con un nivel cultural muy alto, como poetas, escritores, filósofos, empresarios privados etc.
La segunda es para personas con un nivel cultural medio, como usted y la mayoría de los que están aquí hoy bajo este sol inclemente.
Y la tercera palabra es para las personas que tienen un nivel cultural por el piso, como por ejemplo, ese canapial –tirándose de provinciano con esa palabra- que está allí, tirado en la esquina.
De inmediato, el borrachín, se para y le dice: Postulante, aspirante o candidato… ¡hic! El hecho, circunstancia o razón de que me halle en estado de intoxicación etílica, borracho o hasta los tuétanos… hic! no implica, significa, o quiere decir, que mi nivel cultural sea precario, bajo o tierruo… ¡hic!. Y con todo el respeto, estima o cariño que usted se merece ¡hic!, puede ir agrupando, reuniendo o arrejuntando… ¡hic!, sus trastos, enseres o cachivaches… ¡hic! y encaminarse, dirigirse o irse, derechito: a la progenitora de sus días, a la madre que lo llevó en su seno, o a la tal que lo concibió!
Marco Pedraza
Basado en cuantos humorísticos populares.
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