La primera vez que vi al Comandante Hugo Chávez fue en una pantalla de televisión aquel memorable 4 de febrero de 1992. En ese entonces tenía sólo 15 años de edad y nunca podré olvidar las palabras de mi difunta madre cuando escuchamos a aquel ser decir: “por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados”. Se puso de pie, señaló el rostro de Chávez y dijo a voz en cuello: “¡Ese si es un Hombre!” ¡Cuanta razón tenía!
A partir de ese momento Chávez se convirtió en un sentimiento popular hecho persona, un torbellino que fue creciendo hasta trocarse en huracán. Nació la comunión indestructible entre él y su pueblo y de esta pasión surgió aquel célebre Chávez nuestro:
Chávez nuestro que estás en la cárcel,
santificado sea tu golpe,
venga (vengar) a nosotros tu pueblo,
hágase tu voluntad,
la de Venezuela,
la de tu ejército,
danos hoy la confianza ya perdida,
y no perdones a los traidores,
así como tampoco perdonaremos
a los que te aprehendieron.
Sálvanos de tanta corrupción
y líbranos de CAP,
Amén.
Quien no entienda la relación tan estrecha y profunda entre Chávez y el pueblo, no ha comprendido el fenómeno del chavismo. El 4 de octubre de este año, día del cierre de campaña en la Av. Libertador de Caracas, estábamos un grupo de camaradas entrando a la ciudad capital a las 3 am cuando nos tropezamos con unas 50 personas entre hombres mujeres y niños hasta en brazos, todos vestidos de rojo. Llevaban coches, sombrillas, cavas con agua y comida. No pudimos contenernos y nos paramos a saludarlos. Iban a esa hora a ubicarse de primeros en la tarima para poder ver y tener de cerca al Comandante.
Como olvidar aquel 11 de abril de 2002, cuando prefirió sacrificarse por su pueblo, cayendo secuestrado en manos de los enemigos de la patria con el fin de evitar más derramamiento de sangre.
Como olvidar aquel 13 de abril de 2002 cuando después de haber sido acusado de asesino, secuestrado y maltratado, regresó a Miraflores gracias al pueblo y con un Cristo en la mano pidió perdón por sus propios errores y llamó a la reconciliación.
Como olvidar su entereza ante los militares golpistas que tomaron la Plaza Altamira y la declararon “territorio liberado”, dejando que estos cayeran bajo su propio peso y bajo la locura de sus ansías de poder.
Como olvidar las veces que le hizo frente al imperio norteamericano, calificando a Bush como Mr. Danger o sus intervenciones históricas ante la Asamblea General de la ONU donde desenmascaró la hipocresía y la doble moral imperial.
Como olvidar a un ser humano que ha sacrificado su libertad, su familia y hasta su salud por darnos el bien más preciado que podemos tener: Patria.
Como olvidar a un hombre que en los momentos más difíciles de su vida, se preocupa por su pueblo y el dolor o las dificultades que podamos pasar, hasta el punto de girar las instrucciones específicas enmarcadas dentro de la constitución del camino que debemos tomar en caso de que él ya no pueda continuar.
Así como la venida de Jesucristo marcó el fin de una era y el nacimiento de otra (A.C.-D.C.), sin temor a equivocarme –dejando aparte al Libertador Simón Bolívar- la historia de Venezuela está dividida en Antes de Chávez y Después de Chávez. Y es que su vida y obra han producido un cambio de paradigma ideológico, político, económico, social y cultural tan profundo que ha traspasado las fronteras nacionales.
Decía José Martí que Bolívar despierta cada cien años cuando despiertan los pueblos. Chávez nos ha despertado a todos los venezolanos de tal forma que no creo que sea posible que volvamos a caer en el sopor de la indiferencia.
Chávez es eterno. Porque es tan viejo como la lucha de los oprimidos y tan nuevo como la victoria de los emancipados…
Oramos por que esté sano,
Y los majunches lo saben,
Que para los venezolanos,
Es Cristo, Bolívar y Chávez…
oscarg272@hotmail.com
@OscarG272
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