De entrada, una aclaratoria: me permito la confianza porque para ser mi Presidente primero debes ser mi amigo, parafraseando al niño que habló con El Libertador en la Canción Bolivariana de Alí Primera.
Hugo Rafael, hombre que canta, que ríe, que llora, que ama, que sueña; que vive. Otra vez la vida le ha colocado un reto gigante que estoy seguro podrá superar, siempre que atienda con disciplina las recomendaciones médicas. Si, sé que hacerlo es exigente y a ratos hasta desquiciante cuando cada día hay tanto por hacer para robustecer la Patria, pero éste es el momento de recuperar la salud y las fuerzas para que siga ayudándonos a construir y consolidar nuestro socialismo.
Usted ha dado muchos ejemplos: de valentía como cuando casi sin ninguna posibilidad de éxito arriesgó todo por intentar liberar la Patria en 1992; de gallardía como cuando se entregó en manos de los golpistas de 2002 con tal de evitar mayores tragedias al Pueblo; de fe como cuando sabía que ese mismo Pueblo correspondería ese amor que le siente luchando por el rescate de la Constitución y la democracia ese a su vez aciago y jubiloso abril; de dignidad como todas esas veces que ha alzado ante el mundo su palabra firme y contundente en contra de las injusticias; de moral como cuando ha denunciado los atropellos en que incurren los imperiales del planeta; de lucha como cuando se colocó al frente de todas y todos para derrumbar la vieja institucionalidad opresora de la Cuarta República. Hoy la vida le coloca el reto de ser de nuevo ejemplo, esta vez de disciplina y de cuidar su salud por importancia humana y por compromiso militante. Por lo primero, ¡sólo imagínese cuántos rollings falta batearle al “gallito” para que fildee como los mejores!; por lo segundo, falta muchísimo para lograr nuestra soberanía y seguirlo haciendo con Usted será mucho mejor. Le toca recordar lo que bien nos enseñó en una de esas muchas clases de vida, citando a Víctor Hugo en Los Miserables: "La obra estaba incompleta, convengo en ello, hemos demolido el antiguo régimen en los hechos, no hemos podido suprimirlo completamente en las ideas". Cuídese mucho para que siga ayudándonos con las ideas hermano, aún desde la retaguardia.
Así como la bondad del Obispo Bienvenido Myriel inspiro a Jean Valjean, la suya seguirá guiando al Pueblo. ¡Sentenciado!
Un fuerte abrazo y gracias infinitas por su entrega.
oliver.reina@gmail.com