Cuando el comandante Hugo Chávez se despidió aquel sábado terrible, para ir a dar la más terrible y dura de sus batallas, la de salvar su vida que, como se ha dicho, no es suya sino de un pueblo y una Patria, estaba dando un trascendental paso, dejar que el liderazgo político, la dirección colectiva, continuara sola en la compleja campaña electoral regional y vencer sin él estar presente. Era la continuación, transitoria, de seguir la obra revolucionaria con el indeleble sello chavista, pero el Psuv y los Comandos Carabobo, los aliados, el Polo Patriótico y los candidatos a gobernadores lo hicieron sin Chávez. Es decir fue una dura, una muy dura prueba política y salimos victoriosos. Tan es así que a punta de trabajo político y de perseverancia le arrebatamos a la derecha poderosísimos bastiones desde donde se estaba conspirando para derrocar la revolución. Cayeron inexorablemente el Zulia, Carabobo, Nueva Esparta, Táchira, que no es poca cosa. Se recuperó Monagas y Lara y Miranda están cercadas por las fuerzas revolucionarias y los gobiernos de sombra bolivarianos impedirán la debacle y destrucción de sus pueblos a los que esos malos gobernantes como son Falcón y Radonski los condenarán, beneficiando a las oligarquías.
20 Estados se tiñeron de rojo–rojito, pero además de repetir en 14 ya consolidados –muchos con nuevos y remozados dirigentes: Trujillo, Aragua, Guárico, Anzoátegui, Cojedes, Delta Amacuro, Sucre–, se ganaron 5 estados estratégicos que estaban en manos de la más aviesa, pérfida, canalla y traidora contrarrevolución: Zulia, Carabobo, Táchira, Monagas, Nueva Esparta. Se reconquistó Mérida que la traición pequeño burguesa y oligarca del derrotado Marcos Díaz Orellana envileció hasta caer en la conchupancia con ese vil gusano traicionero y conspirador que es el Rey de la Basura y la miasma, Léster Rodríguez. Allí fallaron y erraron los camaradas del PCV al apoyar esa candidatura.
Dos, solamente dos de los líderes fundamentales de la derecha fascista quedaron con vida política: el falsón y traidor de Lara, Henry Falcón retuvo el poder. ¿Por qué perdimos Lara? En un primer análisis diríamos que allí faltó más trabajo político, hubo mucho sectarismo y el candidato no caló en muchos sectores populares y revolucionarios, además faltó más presencia en los sectores populares y mayor contundencia en el discurso del candidato. Probablemente las fuerzas del Psuv sobrestimaron las fuerzas de la revolución y subestimaron al adversario y a la derecha, olvidaron que en política no hay enemigos pequeños.
El otro candidato es el vapuleado oligarca de Miranda, el majunche Radonski, que a duras penas ganó ante la arremetida bolivariana y el peso formidable de la candidatura de Elías Jaua. Creo que ganó para nada porque en dos años se va del cargo en referéndum revocatorio por el mal gobierno que va a continuar haciendo, botado por los que el domingo 16 le salvaron la golpeada vida política. Por esos sectores populares sin conciencia de clase, extranjeros muchos que la revolución ha beneficiado, desde recibirlos de las persecuciones políticas hasta darles cartas de nacionalidad, se puede decir que ganó Radonski.
Perdimos en el estado Amazonas. Igualmente faltó más trabajo político y presencia de la revolución, pero yo no compararía a Liborio Guarulla con un Henry Falcón o con el Gato Briceño, para hablar de dos irreversibles traidores. Tengo la percepción de que Guarulla es, al menos, neutralizable, no lo percibo como un enemigo irreconciliable de la revolución como si lo es Falcón. Amazonas es un estado estratégico codiciado por el imperio, las transnacionales, el paramilitarismo/narco tráfico y la oligarquía colombiana, desde el coltán, los diamantes, minerales estratégicos hace que se tenga una política más flexible, además de unas etnias indígenas extremadamente ricas cultural y humanamente.
Cada uno de los estados ganados el 16 de diciembre en las elecciones regionales amerita un análisis político particular. Cada uno de ellos, incluyendo los que no se ganaron, forman parte de una nueva arquitectura política y económica de la Patria/Potencia que se está concibiendo, claves todos en el gobierno de los próximos 6 años que vienen, los más poderosos tendrán que apoyar a los menos fuertes en recursos y geográficamente. Romper las asimetrías, el regionalismo pacato y oligarca para la refundación de la Venezuela socialista.
El triunfo contundente del domingo 16 es, ya se ha dicho, una continuación del triunfo presidencial del 7 de octubre. Decir que la enfermedad del comandante presidente y su ausencia no se dejó sentir en las elecciones nos parece que no tiene sentido. Precisamente la grandeza del triunfo del 16D es que se estaba enfrentando a esa enfermedad y a esa ausencia que se tradujo en buena parte de la abstención que se vivió. El peso de Chávez es demasiado en la conciencia y en el imaginario popular, en lo positivo –las grandes obras como el metro cable de Petare o el tren aéreo– pero también en lo negativo –la desesperación en muchos sectores porque creían que moriría o simplemente que ante su ausencia no se motivaron a votar–.
Lo que pueda agregarse dentro del análisis del triunfo electoral, no difiere mucho de los análisis que se hicieron después del triunfo chavista de octubre pasado: las grandes e inmensas transformaciones sociales realizadas por la revolución: Misión Vivienda, Misión Cultura, la inclusión, los saltos cualitativos en la educación, en salud, en deportes, en lucha contra la miseria y la pobreza. La revolución humanista, la revolución social más intensa que jamás se ha vivido en Venezuela. Pero si hay que señalar que lo nuevo no es sólo haber ganado 20 gobernaciones con sus consejos legislativos. En las elecciones del 7 de octubre se ganó nuevamente la independencia, que era el primer punto del programa de la Patria. En las elecciones del 16 de diciembre se cruza el Rubicón, la revolución bolivariana y socialista se hace inrretornable, ya no es posible que retroceda o dé pasos hacia atrás. El nivel de conciencia política, patriótica, socialista alcanzado por esos más de ocho millones de compatriotas que votaron por Chávez; el nivel de organización creciente del pueblo en marcha hacia las Comunas y la construcción del Poder Popular. Es el poder originario, constituyente sentando las bases de un nuevo poder político. La derecha y el imperio han sido derrotados nuevamente de manera mortal.
Le preguntaba el comandante Fidel al camarada Nicolás Maduro en carta que le envío antes de las elecciones, si los revolucionarios, la vanguardia política, seríamos capaces de continuar la obra de Chávez. El domingo se respondió esa interrogante camarada Fidel: ¡Fuimos capaces y le dimos al comandante Hugo Chávez el mejor regalo: 20 Estados conquistados a punta de combate y lucha!
(humbertocaracola@gmail.com)