Independientemente de la postura política de rechazo al gobierno criminal y hambreador de Luis Herrera Campins, he de decir que francamente el tipo era distinto a Capriles, no obstante que uno y otro fue y es respectivamente copeyeco de uña en el rabo, además de cachos en la frente y tenedor como mandarria.
Valga la comparación por el hecho de que uno y otro proceden de la misma cepa ideológica: Copei, que es decir AD, dos gotas de agua sucia.
Aparto el análisis, del asunto ideológico, para ubicarlo en otro plano, el de la personalidad y, en tal sentido, a cada quien lo suyo.
Cuando Luis Herrera se postuló para presidente, la recomendación de sus asesores gringos -por cierto- consistió en que desistiera de usar corbata negra y, no obstante el tipo se paró como un varón y no permitió que lo despersonalizaran, siguió usando su corbata negra, que al parecer era homenaje a su entonces fallecido padre.
En cambio, mire usted a Capriles, un sujeto anodino, despersonalizado, que sin escrúpulo y por orden de sus asesores norteamericanos adoptó la gorra de “Clase Media en Positivo”, un importante grupo social y político afecto a la revolución bolivariana.
Más que de legalidad o de ilegalidad, el acto rapaz de ese señor de asumir como suyo algo que no le pertenece, es bochornoso; yo diría que se trató de un acto de supina inmoralidad y desparpajo, un acto irresponsable y, el carecer de escrúpulos y no discernir lo legal de lo ilegal, descalifica al más pintao, para ser depositario de la confianza popular.
Capriles, cual perro pavlovniano cae de la baba al grito del gringo y hace lo que éste le pida hacer, fuere lo que fuere y dada cualesquiera circunstancia.
Quienes votaron por Capriles deben saber que se trata de un pelele, y no se trata de que volteen los ojos hacia la revolución, de ninguna manera, ahí les dejo ejemplo de un hombre de sus propias filas, Luis Herrera Campins, que no obstante a todo, tenía personalidad y quizás no sea el único entre ellos pero, Capriles, francamente es una calamidad, da vergüenza ajena por falta de hombría y eso no se cura.
oceanoatlanticoguillermo@gmail.com