¡Qué de cosas no! Se es y no se es –se deja de ser. Y, lo peor es que se lucha por ser y mire usted que ese fue el camino que generalmente siguió, Augusto Hernández, como hombre responsable y, periodista que con sus diversas lecciones trato de guiarnos con sus ideas con el firme propósito de no dejarnos engañar y, hoy la muerte no sólo lo engaño, sino que se lo llevó a donde van todos los que se han ganado la voluntad de seguir existiendo, aunque se esté ausente.
Sé que Augusto no se fue a gusto –¡No. qué va! Con tantas cosas por hacer y por criticar en esta Venezuela de su consentimiento, donde hay una oposición casi fuera de orden que no respeta a nadie y se asocian con la muerte con tal de lograr el poder, al que no encuentran cómo entrarle democráticamente y, se van por los diversos atajos que los obnubila sin importarle para nada el pueblo al que irrespetan, siguiendo estrictamente el guion que les viene del Norte.
Y ese camino los aleja de la realidad política del país y tú, Augusto Hernández, desde donde estés ahora, harás todo lo posible por seguir ordenando y combatiendo con tu verbo los avatares más impropios que desfigure la paz del venezolano, tal como lo querías y, amabas a tu prójimo y, defendías sin ambiciones personales.
Te cuento –Augusto- que hoy en la tarde después de instalada la Directiva de la AN cuando Diosdado Cabello como presidente reelecto de la misma daba su discurso de apertura pidió –una vez que informó de tu muerte y la de Joselo- casi para finalizar: no un minuto de silencio en el honor de los dos como es lo tradicional, sino un minuto de aplausos para ambos, él que se cumplió de pie por unanimidad por los presentes. Sé que te hubiera gustado presenciar ese buen gesto social de exaltación a las dos individualidades que como seres humanos fueron ustedes y, que actuaron en diferentes predios en favor del socialismo y del presidente Chávez. Fue hermano, algo hermoso. Un baño de paz y no de alabanzas.
Lamento –Augusto Hernández- no haberte conocido personalmente, aunque estábamos bastante cerca acá en la isla de Margarita, pero, quizás algún día si te sobra tiempo en tus nuevas tareas podremos comernos un pedazo de rato que no nos va a indigestar y, a lo mejor brindamos a la salud de tus buenos artículos con que nos recreabas y de tu pasión personal por la vida.
Hasta este párrafo creo que me trajo la corriente del momento, porque, no quiero ponerme cursi que a ti sé no te gustaría y bajo tu seriedad de periodista tampoco lo aceptarías y, te aseguro con toda la responsabilidad que siempre he tratado de mantener a diario que ser tu amigo me fue difícil y, alabar tu comportamiento de hombre digno me llena de orgullo y, en la Patria de Bolívar, estaremos pendiente de que tu nombre permanezca siempre en el presente y, con tu fuerza moral nos sigas alumbrando el camino que seguimos y que cada día seremos más humanos y, más ciudadanos. Es una responsabilidad que nos lleva a atarnos a la justicia social que defendías a tu manera.
Patria socialismo y libertad nos han llegado por estos mares en que muchas veces hemos traído los grandes deseos de servirle al país que queremos como futuro y, que la consigna de “amaos los unos a los otros como yo os he amado” sirva de esperanza y de consuelo para los tuyos.
Paz eterna a tu restos que te la mereces como luchador social que fuiste.
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