Los escenarios de la guerra y de la lucha política son muy diversos y variados. En Venezuela se acaba de demostrar esta máxima con el enfrentamiento entre nuestro gran Embajador y extraordinario político Roy Chaderton y el agente de la CIA y embajador de Panamá Guillermo Cochez, en esa decrépita organización fundada en Bogotá en 1948 bajo los ríos de sangre derramada por el pueblo colombiano tras el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, y acertadamente bautizada por el comandante Fidel Castro en 1960 como el Ministerio de Colonias de los Estados Unidos.
El 16 de enero de 2013 pudimos presenciar asombrados, en primer término el discurso apergaminado del entonces embajador panameño Guillermo Cochez en el seno de la OEA. Discurso sinuoso, lleno de galimatías y con un tufo cantiflérico inocultable, extremadamente venenoso. Allí este personaje se estaba jugando su carrera diplomática y política, pero –quizás pensó– el precio que me pagaron bien lo vale, porque estamos en presencia de un guapetón de barrio que en el país de los ciegos se hizo político, llegó a diputado donde confrontó a puñetazo limpio sus pseudo verdades en el parlamento panameño y después el millonario presidente Martinelly cometió el craso error –¿o no fue así y sabía de las provocaciones contra Venezuela y de las andadas de su embajador que durante meses viene atacando a Venezuela? – de poner a un politiquero como Cochez en el mundo diplomático y lo nombró embajador de Panamá ante la OEA en New York.
El día de la confrontación se fue con sus “mejores galas” verbales, un discursito memorizado, y con una barra de conspiradores y mercenarios venezolanos y de otras partes que lo apoyarían allí mismo. Allí se estaba dando un episodio donde la ultra derecha venezolana y los amos imperiales –presentes en aquel escenario de guerra– se jugaba una peligrosa carta política en su nueva conspiración para derrocar al presidente Hugo Chávez y a la revolución bolivariana. Ya la carta del mercenario Cantón, zar supremo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, estaba agotada, Venezuela renunció a ser miembro de ese vil organismo desde donde se conspiraba –y conspira– contra nuestro país. Era preciso encontrar un vocero que formara parte de esa conspiración y fuese la voz de un país latinoamericano –bolivariano para más señas– como lo era Panamá, aliada comercial de Venezuela en Petrocaribe, para darle “credibilidad” al planteamiento de tiranía, de autoritarismo, de violación de la Constitución Bolivariana –derogada el 12 de abril de 2002 por los golpistas convertidos hoy en “demócratas”– expresado por Cochez.
Sin dudas que el golpe bajo y artero, planificado por la sedición venezolana, la gusanera terrorista mayamera de origen cubano y los órganos de inteligencia norteamericanos, parecía perfecto salvo por el detalle que difícilmente, después de la constitución de la Celag, de Unasur, de la Alba, iban a atraerse a países que secundaran el planteamiento de Cochez, ni siquiera Colombia porque ya el genocida y capo de Uribe estaba fuera del juego político y a Santos para nada le interesaba una confrontación contra el gobierno de Venezuela y el Chile de Piñera tenía la presidencia pro témpore de la Celag.
Pero dentro del cuadro político se había producido el apoyo de Insulsa, Secretario General de la OEA, reconociendo el dictamen del Tribunal Supremo de Justicia, de manera que la arremetida de Cochez contra el enfermo Presidente Chávez y su gobierno revolucionario más bien parecía una carta desesperada, porque la conspiradora derecha fascista había sido derrotada tanto por la correcta interpretación que del artículo 231 de la CRBV hizo el Tribunal Supremo, como por la gigantesca y descomunal manifestación/concentración popular el 10 de enero, poderoso –y peligroso músculo– político que dio su apoyo a la juramentación simbólica de Chávez como presidente reelecto con un nuevo elemento y categoría política que se expresó en el grito de “Yo soy Chávez/Todos somos Chávez”.
No quedó allí, por supuesto, aquella vil y canallesca agresión del tira piedras y Malinche panameño, la andanada de plomo tigrero que le vendría después desmontaría aquella burda, artera y atroz maniobra. El embajador Roy Chaderton, con su exquisito, irónico y agudo estilo de hablar literalmente sembró en aquel vetusto recinto no sólo la maniobra contrarrevolucionaria sino contribuyó a lapidar la carrera de Cochez.
La respuesta de Chaderton fue contundente, de una rudeza sorprendente, así dijo: “Prefiero entenderme con el dueño del circo y no con un payaso”. Pero ya aquella afirmación que ponía en evidencia que detrás de Cochez estaba el gobierno norteamericano, puso al desnudo lo que en verdad era el disfrazado de diplomático.
Leamos: "Actual embajador del gobierno de Panamá: usted no es un político, ni un diplomático, ni un caballero. Señor embajador de Panamá: usted es un patán, y para colmo nadie se ha atrevido a decírselo, pero yo me voy a atrever: usted es un muy mal pintor."
Esas duras palabras contra una persona y quienes lo mandaron no sólo respondía la intervención del panameño ese día sino que esa fue la gota que rebasó, la provocadora intervención venía precedida de toda una campaña mediática donde este individuo ofendió hasta la saciedad a nuestro Presidente, no cesó en su actitud injerencista contra Venezuela, sus instituciones, sus líderes y el gobierno panameño nunca contuvo esas agresiones de tan alto funcionario. Claro su conducta, su actitud, sus artículos de prensa contra el presidente Chávez, a quien dio ya moribundo, “prácticamente paralizado” según escribió en el periódico panameño “La Estrella”, y sus declaraciones infames retransmitidas por la cloaca golpista de Globovisión, mostraban la desesperación de la derecha “venezolana” que se sabía derrotada. Añádase a todo esto que este individuo estuvo provocando por 3 años consecutivos a nuestro Embajador y Roy Chaderton tuvo que calárselo.
Hay que señalar que el vitriólico discurso de Chaderton tuvo un fuerte componente personal, por supuesto, pero él no actuó a motus propio como al parecer lo hizo el panameño, la de nuestro Embajador fue una conducta propia de una política de Estado, de las relaciones exteriores venezolanas, de las instrucciones que el nuevo canciller Elías Jaua, el Vicepresidente Nicolás Maduro y, sobre todo, el Presidente Chávez, le giraran a nuestro representante, allí está su sello. Por eso hablo de combate en el seno de la OEA y aquello fue algo más que una escaramuza. Fue un combate político que obligó al gobierno panameño a excusarse ante nuestro Embajador y destituyera al que actuó aparentemente sin autorización de su cancillería. Lo dejaron solo porque Panamá si sabía de esa conspiración.
¡Así, así, así es que se gobierna!
(humbertocaracola@gmail.com) (Con Chávez, Maduro y la revolución socialista, todo)