Los dirigentes de la oposición se resisten a aceptar los avances que, durante los años del Gobierno Bolivariano del Presidente Hugo Chávez, en materia social y de manera particular en la disminución de la pobreza, se han alcanzado. Algunos de ellos, tal vez los más “serios”, argumentan que dicha disminución no es producto del aserto de las políticas sociales implementadas de manera integral, sino que la misma es el resultado del aumento de la renta petrolera durante estos años y de su distribución a través del gasto público. Se resisten a reconocer que el país ha cambiado. Que la estrategia en materia social trazada a través de las misiones, han tenido un fuerte impacto en los cambios que se han producido en la estratificación social de nuestro país. Le cuesta reconocer el ascenso que han tenido los sectores populares. No han logrado percatarse que en Venezuela se avanza hacia un nuevo tipo de modernidad, que acorta los abismos existentes en el pasado entre el ciudadano y el estado y sus instituciones, que rescata el rol de la familia como elemento fundamental de la sociedad y le otorga a la educación, en todos sus niveles, una importancia fundamental, trascendente; que ellos son los verdaderos agentes que dan sentido y orden a la institucionalidad del país, son condicionantes socioculturales y sociopolíticos que inciden en la misma.

Ello ha sido así. Y, ante esos hechos, cabe preguntarse ¿qué se han hecho lo pobres de la Venezuela de ayer? La respuesta a dicha interrogante no puede formularse a partir de los postulados tradicionales de la ciencia social euronorteamericana, éstos hace tiempo perdieron su pertinencia para dar explicación a los cambios profundos, que se viven en el continente latinoamericano. En la región se abre paso una nueva teoría social, que da explicación de nuestra realidad a partir de lo que somos y lo que queremos ser. Que entiende que la estratificación social no puede hacerse solo a partir del nivel de Ingreso Per Capita (IPC), como ha sido tradicionalmente establecido. Que, muy por el contrario, hoy hay que tomar en cuenta otros indicadores de carácter político, económico, social y cultural que dan una mayor explicación a los cambios de las condiciones materiales y no materiales de vida, que tenemos los venezolanos. Que, dichos cambios no son determinados, de manera exclusiva, por las capacidades de los ciudadanos como un valor moral, sino que los mismos son producto del mayor acceso que hoy tenemos a bienes y servicios, de manera integral.

Pues bien, son estas -entre otras- algunas de las reflexiones que nos conducen a afirmar que en nuestro país, en la medida en que ha ido reduciéndose la pobreza ha ido ampliándose el sector medio de la población; por tanto, ha surgido una nueva clase media, con expectativas y metas distintas a las que alentaron a la clase media surgida en los años sesenta de la centuria pasada; ya que, el crecimiento económico que ha experimentado nuestro país, durante los años de gobierno bolivariano, ha tenido una distribución equitativa de la riqueza generada, lo cual ha determinado que los venezolanos hoy vivamos mejor.

Afirmación que puede ser comprobada a través del dato empírico que nos aportan instituciones internacionales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), LATINOABAROMETRO, entre otras; o a nivel nacional, como el Banco Central y el Instituto Nacional de Estadística (INE); pero que, pueden ser comprobadas, asimismo, a través de la observación visual que uno encuentra en supermercados y demás expendios de alimentos, en terminales de pasajeros, aeropuertos, en las playas y otras zonas turísticas, en carreteras y autopistas, en todas ellas uno consigue una afluencia masiva de compatriotas que ahora si pueden disfrutar del esparcimiento y la recreación, de un descanso sano, reconocidos por el Gobierno Bolivariano de Hugo Chávez, como derecho humano.

Profesor ULA
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