El viernes (¿negro?) 8 de febrero fue anunciado formalmente al país la “inevitable” devaluación de nuestra moneda, precisamente cuando el precio del barril de petróleo ascendía a 106 dólares y las reservas internacionales se ubicaban en 13 mil millones de dólares, sin contar los ingresos por las nuevas regalías por el “enriquecimiento súbito” de las expresas internacionales y los países que explotan nuestro petróleo.
En diciembre se produjo una brutal alza de absolutamente todos los productos no sólo de la canasta básica, los productos para la alimentación navideña, alimentos, bebidas, juguetes ni qué decir de la línea blanca ante la mirada atónita del gobierno que no actuó con la contundencia del caso, dejó pasar y los especuladores que triplicaba, cuadruplicaban, quintuplicaban los precios; como en la mejor época cuarto republicana el bandidaje burgués… y pequeño burgués se sintieron a sus anchas y con las manos libres para aquella sangría que se tragaba el dinero del pueblo, los 3 meses de aguinaldos, ahorros y cualquier ingreso adicional y desangraban al país. La burguesía presionaba y presionaba con el golpista dólar paralelo a 25 bolívares para que se produjera la ansiada devaluación.
Mientras, se ejecutaba la estrategia de crear el desabastecimiento, sea escondiendo alimentos fundamentales de la cesta básica (harina de maíz, azúcar, aceite, arroz… y muchos productos más), situación que se extiende hasta la actualidad, pese al esfuerzo gubernamental a través de los mercados populares a cielo abierto creados para beneficiar al pueblo. Sin contar precios escandalosos como los del queso (Bs. 120 el kg. de queso blanco palmizulia y otros), Bs. 150 el jamón de pierna, Bs. 80 y 100 la carne de primera, Bs. 50 el cartón de huevos, y nada de eso requiere dólar para importar, y el gobierno no actúa o lo hace muy débilmente. Por supuesto la inflación se disparó como misil atómico al corazón del pueblo y cuyo objetivo es debilitar al gobierno.
¿Qué había pasado que la banca privada –y quizás alguna pública– y el resto de la oligarquía pudo dar aquel golpe financiero y monetario que se comenzó a concretar en diciembre y llevó, prácticamente dos meses después al gobierno a verse obligado a devaluar la moneda?
Habría que analizar el que puede considerarse el mayor error cometido por el BCV y aceptado por el Ministerio de Finanzas, me refiero a aquel descomunal desaguadero de dólares que fue a parar a manos de la banca privada (burguesía financiera) y al resto de la burguesía, el llamado SITME o Sistema de Transacciones de Títulos en Moneda Extranjeras. A la avarienta banca privada el BCV, sin que nadie en el gobierno dijera nada, le pusieron la bicoca de 18 mil millones de dólares para que los “distribuyeran” entre los compradores que eran los bancos los que decidían a quienes le daban los 5 mil dólares anuales, es decir, entre gente amiga, allegados y personajes de la pequeña burguesía y la burguesía, pero el grueso de los dólares le quedaron a la banca, un aproximado de 14 mil dólares. En los bancos los funcionarios mentían a los ingenuos que creyeron que el Sitme era una medida, además de combatir el golpista dólar paralelo, que podía acceder a un volumen mayor de dólares para cubrir sus proyectos. ¡Mentira! Era la banca –transformada de la noche a la mañana en agencias de venta de divisas– quien decidía a quien le vendía y a quien no, y los pendejos no tenían vela en ese bárbaro festín de los ricos.
Pero aquel fabuloso regalo, que jamás fue controlado ni verificado por Sudeban ni el BCV creó una normativa para la venta, normativa y control que se pudiera verificar, tuvo algunos pasos “técnicos” por parte de la banca, por ejemplo, disminuyeron el pago de la tasa pasiva de los depositantes; otra fue no abrir cuentas de ahorro o ponerle un techo de Bs. 250 mil a las existentes.
¿Cómo hizo la banca para disminuir sus gastos operativos?
Suprimiendo el pago de la tasa pasiva de la totalidad de los depósitos.
Pero no se pararon allí en su política para no descapitalizarse en la fabulosa cifra de 76.320 millones de bolívares que debieron pagar por los 18 mil millones de dólares, una gruesa parte la utilizaron para la conspiración desde su purulenta trinchera del dólar paralelo, con una masa tan alta de dinero –proveniente del propio gobierno– no les era tan difícil presionar una devaluación, tenían el arma que necesitaban y la posibilidad de una “riqueza súbita” vendiendo el dólar entre 20 y 25 bolívares. Pero también se abocaron a inversiones en el mercado inmobiliario, a la compra de apartamentos y otras viviendas, alta inversión que hoy pone una vivienda por encima de los 2 millones de bolívares. Adquirieron masivamente y de manera desesperada y avarienta vehículos, motos, línea blanca como neveras, televisores, equipos de sonido, repuestos y partes de automotores y mil cosas más que se agotaron en el mercado y no le permitió al pueblo adquirir ningún producto o adquirirlo a un precio prohibitivo. Eso sin contar el sobreprecio que ya se está produciendo en miles de comercios que pretenden vender más caro infinidad de productos que fueron adquiridos a dólar de 4,30. ¡Todo un negocio redondo! Los ricos se vuelven más ricos y no reciben golpes legales o sólo reciben presiones de poca monta. Indepabis no funciona como debe, Sudeban, no funciona co0ntras los oligarcas, el BCV dirigiendo prácticamente la política financiera del país. La reacción gubernamental es extremadamente tardía y encima se nos quiere convencer que la devaluación era necesaria y, para más ñapa, salvadora de la economía. ¡Qué bolas!
El comandante Chávez –lamentablemente ausente por las razones de salud que todos conocemos– nos convoca, como revolucionarios, a la autocrítica. ¿Los errores financieros no merecen una fuerte crítica auto crítica y más de una renuncia?
No soy economista, soy, eso sí, revolucionario y socialista –comunista para ser más preciso– a tiempo completo desde hace más de 50 años. Algo sé de política y huelo en la calle la incomodidad del pueblo y las críticas a la cadena de errores cometidos por quienes no actúan como socialista ni bolivarianos. Favorecer, como acaba de ocurrir, a la burguesía es imperdonable. Por supuesto está claro que las medidas no son un paquetazo, el paquetazo lo dio –y está dando– la oligarburguesía. Los fortalezas de la revolución son evidentes, pero esas medidas evidentemente que debilitan nuestra revolución. Un giro de timón es urgente.
La devaluación es, en sí mismas, ineficiente. Dudo que promoverá las exportaciones y probablemente no evitará el crecimiento de las importaciones si no hay una eficiente y exigente política fiscal, evitando el despilfarro; pero igualmente es un disparador de la inflación. ¿Cómo van a quedar los ingresos laborales ante esta devaluación del 46% del bolívar? Véase que la patronal viene arremetiendo contra la Ley Orgánica del Trabajo, haciéndole las más duras críticas que no hicieron cuando se iba a promover, ¿por qué? ¿No pudo esa oligarquía obligar al gobierno a producir una devaluación, podrá alterar la LOT?
(humbertocaracola@gmail.com) (Con Chávez y la revolución bolivariana y socialista, todo)