Para muchos analistas y columnistas hay inquietud por la economía abierta que se viene ejecutando en nuestro país- Venezuela- por las consecuencias internas producto del encarecimiento de los productos mercantiles, mano de obra y la agresiva repuesta del dólar paralelo que viene conformando un anillo al dedo que favorece a los importadores y originando estragos a las incipientes empresas locales que restan competitividad y dimensión económica a sus propios niveles de acción. El dólar, desde aquel famoso viernes negro confronta el mundo bursátil latino originando pesadillas a pequeños comerciantes y compradores finales, donde los mejores economistas solo visualizan el desplome del bolívar o peso, ante argumentaciones y una tasa de cambio que no se sabe, a quien favorece.
Las repuestas, hasta el momento, han sido muy débiles y se necesita una política más audaz para estrechar la banda entre el dólar primario y el paralelo, muchos venezolanos le exigen al gobierno bolivariano una política más agresiva y una fiscalización más efectiva a nuestra divisa. Lo preocupante que nos hacemos, es que sí estas medidas serán suficiente para favorecer la actividad agrícola e industrial y no vaya a prender alarmas entre el pueblo. Las intervenciones de los funcionarios no deben ser a regañadientes y se debe interpretar muy bien al mercado, como la penetración de productos importados, cuyos valores han alcanzado una cifra histórica y la idea es comprar a precios exequibles acorde con el salario mínimo.
Todo, no puede ser a punta del dólar paralelo, el sistema financiero no está en capacidad de prestarle auxilio en magnitud de los recursos que manejamos, hay que hablar con la gente que maneja el libre comercio en Venezuela y cerrarle las divisas o la monetización que va por la vía petrolera. Hay una lucha permanente entre las fuerzas del mercado que no reflejan una nueva realidad de nuestra economía, hay que impulsar la industria y el agro para ganar esta batalla.
Urgentemente hay que crear principios de equidad social y formalización laboral para generar una cultura económica en el ciudadano que fomente el desarrollo del país y no lo deprima, el sistema financiero es un mecanismo de ayuda al comprador y al industrial, no un eslabón de presión constante para dañar los beneficios que el Estado puede otorgarle a cada ciudadano.
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