Los tontos critican y lloran sin jamás atreverse al menor acto de creación o de desafío al sistema. Los tontos se disfrazan, disparan por mampuesto, inventan, murmuran, chismorrean. Nunca dan la cara, todo les huele feo, de todo se quejan, apuñalan y trapacean moviendo la cola y hablando melosamente.
La estupidez triunfante es siempre criminal. Es la peor plaga. Por esto el hombre ha ido en proceso de extinción.
Miren cómo murió Edgar Allan Poe en un bar de mala muerte de delirium tremens en medio del horror de sus visiones. Joseph Conrad no la pasó nada mejor que Poe.
Freud murió de cáncer en la boca de tanto morderse los labios para no hablar. Nietszche murió loco después de abrazar a un caballo que azotaban.
Bolívar murió maldecido por sus propios compatriotas, a los que les había dado un gran destino y los había elevado a los más altos cargos de la Gran Colombia.
Lord Byron fue convertido en el hombre más maldito de Inglaterra, habiendo sido el más grande poeta de ese país.
Lord Byron quien amó a su hermana Augusta y con quien tuvo una hija llamada Médora.
Horror, horror, infierno por todas partes.
El creador de Childe Harold le escribió a Simón Bolívar para unirse a la lucha por la independencia de Venezuela.
Qué grandioso hubiera sido que Byron hubiese podido encontrarse con el Libertador. ¿Cuánto hubiese aportado entonces Byron a la causa americana? Habría escrito sin duda un gran poema a la libertad de nuestro continente. Se hubiera podido recoger conversaciones como las que tuvo Peru De Lacroix con el Padre de la patria. Habrían hablado sobre el amor y la muerte, aquel poeta que vivía más entre los muertos que entre los vivos.
Byron fue condenado al ostracismo por “pecador” y por haber tenido una vida escandalosa con su hermana Augusta. Se fue entonces a Italia y escribió cosas como estas: “En cuanto a mí nada sé; nada niego./ Yo no admito, no rechazo ni desprecio nada.../ Y tú ¿qué sabes tú, sino que has nacido para morir?”
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