Lo que viene para Venezuela es un largo período político chavista. Y viene para quedarse, como cualquier otro fenómeno político que teje su raíz en un colectivo nacional hasta que crece el árbol, florece y se reproduce.
Los ejemplos sobran en países del mundo. En la misma Venezuela prendió el conocido “adequismo” (que en un principio fue una manifestación genuina popular), aderezado luego con el "copeyanismo" a través del aberrante Pacto de Punto Fijo, instaurándose durante medio siglo. Usted ponga los ejemplos en otros países si no quiere nombrar Argentina, México, etc., éste último recién salido de un largo calendario priísta, que mencionamos, por supuesto, salvando las distancias entre naturaleza del ejemplo y calidad del hecho aludido.
Hay bases morales para ello. Las sembró Chávez. Hay ejército para ello: lo depuró de pasado Chávez. Y hay al presente una nueva generación portadora de su genética, testigo del devenir presto de Venezuela hacia una nación transformada.
En cuanto las conciencias de esos miles empiecen aterrizar sobre la cosa política, es ineludible la comprensión de patria preconizada por Hugo Chávez. No se mueve nada en el universo sin consecuencias.
En cuanto se contraste la situación del país con la de otros en el mundo, mundo que vive una quiebra moral y práctica, la sensación de certeza y visión chavista se desmesurará como una alternativa viable para superar tanta degeneración político-humanista entre las sociedades humanas.
No hay oposición que valga para desmentir, combatir o derrocar la idea razonada. No existe. No tiene fuelle moral ni esqueleto programático que la haga figurar como un ser político vivo autónomo. No pasa de ser una entelequia, una especie de animal mitológico proyectado en patas y cabezas hacia adentro, hacia personalísimas complicaciones e intereses, en un enredo existencial donde el pueblo como realidad exterior no constituye una percepción política.
Entelequia o sombra, reflejo de lejanas maquinaciones contra Venezuela. Porque en Venezuela se conspira a diario desde los EEUU y otros países satélites de sus política. La CIA se mueve a plenitud en el país, entre los estudiantes, en asesinatos anónimos de dirigentes populares, en organizaciones con fachada civil, en personalidades de la misma oposición de la que hablamos.
Porque es así, es la derecha, un sólo ser mundial que se duele de la pérdida de espacio y vitalidad en Venezuela y en cualquier otro lugar del mundo (Ecuador, Bolívar, Nicaragua, etc., y más allá, en otros espacios, Irán, Siria). Por ello la conspiración, la CIA, el golpismo, esa condición misma de sombra, de existencia alienada, de nuestra triste oposición venezolana. Criatura paravital cuyo existencial no gravita sobre ella misma.
No tiene candidato. No hay hombres con peso moral para contrarrestar no sólo el fenómeno Chávez, sino para nuevamente encantar a sus masas, embaucándolas en el proyecto neoliberal de todos los tiempos. Eso sí, tiene nombres, gente potentada, como nacida en una galaxia extraña a la tierra de Bolívar, desconocedora de sus connacionales por los cuatro costados. Capriles, Machado, Mendoza, apellidos de la corporación neoliberal mundial, listos para dar el zarpazo atornillante de sus propios intereses. Listos para esclavizar al venezolano y rifarles su lar.
Esos nombres viajan al corazón capitalista del mundo a buscar órdenes, sugerencias, ideas, directrices, cualquier razón o triquiñuela para compensar la carencia de afecto popular o votos. Porque así nacieron y así son: se figuran que el amor siempre lo pueden comprar. Violan al ser incapaces de conquistar.
Pero ese chavismo de medio siglo (mínimo) que se instaura en Venezuela tiene que ir acompañado, férreamente, de una cautela y supervisión sobre cada paso dado. Es decir, en palabras francas, deberá estar atento a prevenir la formación de facciones opositoras armadas en el país, única salida contraconstitucional para recuperar el poder y el esquema en boga de la agresión imperial para derrocar gobiernos (Irak, Siria, Libia, etc.). Porque ello es lo que buscará (en medio de la impotencia política) el poder neoliberal interesado en la caída total chavista. En el mismo momento en que los cuerpos de inteligencia gubernamentales se descuiden y dejen formar una guerrilla urbana, un grupo paramilitar, magnificados por los mass media y sectores extranjeros en su motivación y arraigo popular, en ese mismo punto se generará una situación irreversible de violencia, con los consabidos perfilamientos de “guerra civil” que se han aplicado en otros países, la consabida intervención mercenaria, las subsiguientes presiones institucionales y embargos, y el final estado de sitio del país y expolio de sus riquezas naturales.
Cosa grave porque al punto, cuando ya haya un plan insurgente sobre ruedas, no tendría entonces ninguna efectividad la demostración de que las facciones armadas creadas en Venezuela tienen más de mercenarias y exóticas que de un real venezolanismo. Ahora mismo la CIA (a través de OTPOR o cualquier otra entidad de siglas: ¿tiene alguna importancia?) mueve sus tentáculos sobre algunos grupúsculos de estudiantes (por ejemplo, Juventud Activa Venezuela Unidad, JAVU) utilizándolos como fachada para soslayar sus reales esfuerzos de instaurar en universidades, fincas o quién sabe qué otros huecos, sus soñadas células insurgentes.
Tal es cuento procedimental archiconocido. Es esquema de aplicación actual para regiones o países de importancia geoestratégica y energética por parte del poder neoliberal y militar mundial. Es esquema aplicable a Venezuela, país de obvia importancia estratégica en el planeta.
Existe el bien, la revolución y la lucha, ¡cómo no!, ¡como se mencione!, pero hay que hacerlos efectivos en medio de una humanidad sojuzgada por la vileza del poder neoliberal y explotador. De nada valdrá entonces, cuando la experiencia revolucionaria sea derrocada, exclamar que el chavismo o Chávez eran los caminos indicados. Tonta estupidez. Se impone actuar, previendo lo que es seguro se intentará, cosa segura, por cierto, como es seguro que el sol sale y se pone posteriormente.
En el nuevo período que se inaugura para Venezuela (chavismo secular) no se avizoran movimientos telúricos de significativa importancia política sino hasta el final del tiempo propuesto, momento cuando decline la producción petrolera en el mundo y se genere una nueva crisis global, aunque no para la patria de Bolívar, que tiene reservas más allá del siglo. Pero es crisis global al fin, momento de cambios y de renovación, afincamiento o afloramiento de conciencias.
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