Las líneas discursivas son generalmente sutiles, se cuelan en nuestra psique sigilosamente a veces sin darnos cuenta, por eso es que hoy en Venezuela una porción importante de la clase media todavía es sensible al perorata mediático-oposicionista a pesar de lo torpe, monstruoso y abrupto de sus ideas, como las expresadas por quien ha pretendido e insiste, aún contra su voluntad, ofrecerse como candidato presidencial para volver a perder cuando hasta el más oscuro de los votantes duros de la dirigencia de AD o COPEI sabe que perderán su voto.
El mayor legado del Comandante Hugo Chávez, a mi modo de ver, fue y es precisamente su discurso cultural, en forma y contenido, tanto por su fortaleza esperanzadora como en el reconocimiento de la identidad nacional y nuestroamericana, el amor a los valores y símbolos fundamentales del pueblo venezolano y en la sencillez pedagógica de transmitir íconos tan profundamente complejos que tocan sensibilidades religiosas, épicas y mitológicas propias de los pueblos de Nuestra América.
Es un discurso fundamentalmente subversivo, insurgente y transformador desarrollado no sobre la base de una gestión política convenida, interesada, sino porque es fundamentalmente auténtico, desde sus aprendizajes infantiles y juveniles, de su condición de origen en una familia humilde con medianos recursos económicos pero con una enorme carga ética y de dignidad.
El pueblo venezolano ha catalizado el dolor inmenso de su despedida física con una histórica movilización y con una gigantesca experiencia moralizante que superar las expectativas electorales y crea las instancias para la consolidar la conciencia social sobre la necesidad de transformar desde el plano individual y colectivo las simientes de una sociedad incurable, careada e incapaz de generar felicidad para el pueblo venezolano.
Tenemos que darnos cuenta cómo el pueblo venezolano ha superado con inteligencia colectiva los pronósticos políticos para consolidar el poder popular producto del discurso subversivo del Comandante Chávez.
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