Repetimos: ¿qué proponemos sin el camarada Chávez?

 

La lucha de clases son realidades, contradicciones y conflictos y nunca deseos personales; las luchas políticas son tácticas concretas y no ficciones de fantasías; un programa de Gobierno son objetivos realistas y no convicciones fuera del tiempo y del espacio; un Gobierno es la expresión sintetizada de los intereses fundamentales de una clase por encima de los de las otras; el Estado es un instrumento de dominación que para el socialismo, contrario al capitalismo, mide sus pasos de avance relacionados con su propia extinción para que la sociedad se administre por sí misma. Lamentablemente no es culpa ni del Proceso Bolivariano, ni de sus dirigentes, ni tampoco del proletariado venezolano y, mucho menos, del pueblo, ya que en Venezuela no están dadas las condiciones supremas e irrefutables para proponerse la extinción del Estado. Más bien, se trata de fortalecer los instrumentos de poder hasta que un día, el proletariado y su vanguardia política en los países de capitalismo altamente desarrollado se arrechen y asuman el papel emancipador que les ha otorgado la Historia de la lucha de clases. Desde ese día toda transición del capitalismo al socialismo será fácil porque el planeta o los Estados se guiarán por la ley del desarrollo combinado donde reinará la solidaridad socialista. Mientras tanto, debemos estar conscientes de ello, viviremos una larga y difícil transición del capitalismo al socialismo donde todo debemos hacer para que los elementos de socialismo vayan produciéndole desgastes a los elementos capitalistas hasta que llegue ese infarto en que lo haga desaparecer del mapa y su cuerpo y alma muertos sean sepultados por los trabajadores en el museo eterno de las antigüedades. Si eso no es verdad, por favor, deben refutarnos con argumentos y no con descalificaciones.

No nos olvidemos que son los factores económicos los que, de una u otra manera o en última instancia, deciden el destino de la historia  hasta el sol de hoy. Sin embargo, la política, según el camarada Lenin, es “economía concentrada” y, por ello, es que logra supremacía sobre lo económico. ¿Qué quiere decir eso? Sencillamente lo que nos dice el camarada Trotsky: “Lo que Lenin quería decir es: cuando las tareas, intereses y procesos económicos adquieren un carácter consciente y generalizado (es decir, <concentrado>), entran, en virtud de este mismo hecho, en la esfera de la política, y constituyen su esencia. En este sentido, la política como economía concentrada, surge de la actividad económica diaria, atomizada, inconsciente y no generalizada”.  De allí que una política sea acertada, sigue diciendo el camarada Trotsky, “… en la medida en que <concentre> profunda y extensamente la economía; esto es, expresa las tendencias del progresivas en su desarrollo”. Eso obliga o exige como condición sine quo non, que una política revolucionaria debe fundamentarse en los análisis sobre las formas de propiedad y de las relaciones de clase. ¡Ah!, algo muy esencial que se desprende de todo lo dicho anteriormente. “Sólo sobre estas bases teóricas podemos hacer un análisis concreto de factores de la <superestructura>”, según el camarada Trotsky y hasta hoy no ha podido ser desmentido por nadie.

Decimos lo anterior, porque existe la creencia de que en Venezuela se puede construir el socialismo independiente de todo lo que acontezca en el mundo que le rodea, sin tomar en consideración las leyes y realidades del mercado mundial, sin parar ni un milímetro a las políticas exteriores del imperialismo, sin tomar en consideración lo que sucede en naciones de capitalismo más avanzado que el de los países subdesarrollados. Podemos parafrasear o partir de un verso de una canción del Alí universal, ese que dice: “No, no, no basta rezar. Hacen falta muchas cosas para conseguir…” el socialismo. Lo primero en que debemos tener claridad es que ya no está el líder indiscutible del Proceso Bolivariano. Ciertamente, quedan prendidos sus ideales en la conciencia de mucha gente venezolana, pero no volveremos a escuchar sus palabras en el diario presente ni tendremos jamás su oportuna intervención para determinar políticas ni causes en la marcha del Proceso. Eso significa, respetando creencias religiosas, que no basta con rezar, no basta con orar, no basta con elevar plegarias al Cielo, no basta con aferrarse a Cristo, no basta con reunir los mejores deseos del ser humano ni para Gobernar ni para seguir avanzando el Proceso Bolivariano y, muchísimo menos, para resucitar y que vuelva completamente vivo el cuerpo ya dormido para siempre del camarada Chávez.    Lo importante, lo indispensable es darle continuidad a su ideal, hacerlo un ejemplo viviente para que el pueblo continúe siéndole fiel al Proceso Bolivariano que inició e hizo avanzar y afianzar en un buen trecho el líder, el camarada Chávez. 

El dolor y la tristeza vividos por la desaparición física del líder, seguro, se traducirá en una fortaleza política e ideológica en la mayoría de la sociedad venezolana.

afrontando con éxito las nuevas adversidades, alejando las probabilidades de que la derecha política recupera sus espacios perdidos.

 Y eso, entre otras cosas, implica –así lo dijimos y ahora lo repetimos cuando ya no está más el líder presente entre nosotros- primero: lo primerito, en que debe tenerse claridad y comprometerse todas las fuerzas que apoyaron el Gobierno dirigido por el camarada Chávez que el Proceso Revolucionario debe continuar, debe seguir avanzado, superando obstáculos, afrontando con éxito las nuevas adversidades, alejando las probabilidades de que la derecha política recupera sus espacios perdidos, enderezando entuertos, emendando sinrazones, satisfaciendo esperanzas y deudas con el pueblo. Desviarse de ese camino significa: poner la guillotina sobre el cuello del Proceso Bolivariano. Nadie podrá justificar, partiendo de la ausencia del camarada Chávez, una razón para abandonar la nave revolucionaria. El mar puede parecernos infinito pero es brillante en aquel puerto donde su avance y desarrollo ya no pueden tener vuelta atrás. Allí comienza una nueva fase.

            Segundo: reestructurar, de pies a cabeza y de cabeza a los pies, el Gran Polo Patriótico. Este no puede continuar siendo una suma interminable de organismos de los partidos políticos, organizaciones sociales, gremios y personas. No, debe ser una superestructura que genere política para el Gobierno y para el pueblo; que funcione como dirección política y no como  un seudónimo cuantitativo para procesos electorales.

            Tercero: que las políticas económicas estratégicas sean antes bien debatidas, analizadas y reflexionadas tanto en el nivel del Gobierno como del Gran Polo Patriótico y con la alta dirigencia sindical que acompaña al proceso Bolivariano. No olvidemos que las políticas económicas no dependen de las buenas voluntades de los gobernantes sino de realidades nacionales e internacionales.

            Respetando y acogiendo la solicitud que nos hiciera el camarada Chávez si un destino ingrato o no deseado le acontecía, es que decimos, lamentando profundamente su desaparición física: “¡Comandante: con Maduro pa’lante!”



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El Pueblo Avanza (EPA)


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