En el mes de febrero, Capriles fue llamado de urgencia a Washington para tratar el asunto “de la transición en Venezuela ante la evidente desaparición del escenario político latinoamericano del presidente Hugo Chávez”.
Otros asuntos debía atender Capriles en Estados Unidos, aunque ya se perfilaba ya como el claro y definitivo candidato a las elecciones presidenciales por la oposición.
Previamente Capriles había realizado una visita a Colombia y había tenido contacto con poderosos socios del uribismo así como con elementos de la CIA que hacen seguimiento a la situación venezolana desde la frontera. La agenda en Washington estuvo llena de grandes presiones, ofertas y sugerencias para que Capriles asumiera nuevamente la candidatura a la presidencia, una vez que se determinara llamar a nuevas elecciones en Venezuela. Por una parte se hacía complicada todavía que Capriles pudiera ganar esta pròxima y decisiva prueba para el Departamento de Estado norteamericano, centro que venía considerando como vital desde hacía más de una década, la eliminación de Chávez del escenario político mundial. Pero el Departamento de Estado había venido poniendo una gran esperanza de cambio para Latinoamérica una vez que Chávez muriera. El caos, la paralización política de Venezuela, anonadada y hundida con esa muerte, podría ser presa fácil de un gran perturbación, desorientación, de una gran consternación nacional a la que habría que sacarle partido político inmediatamente.
La discusión estuvo planteada en estos términos: “-Le podemos asegurar que Chávez no volverá al poder. Este tan querido objetivo finalmente ha sido logrado, y nos ha sido sumamente difícil, debemos confesarlo. No bastó solamente una campaña de prensa mundial denunciando sus planes dictatoriales, sus consuetudinarios actos de violaciones a los derechos humanos, sus ataques a la libertad de expresión y a la propiedad privada, sus amenazas a las empresas norteamericanas, judías y europeas no sólo en Venezuela sino en Ecuador, Bolivia y Argentina... si no que hubimos de poner en movimiento los más sofisticados elementos de nuestra defensa estratégica científica y tecnológica global...”
Capriles escuchaba muy atentamente, con ánimo y fervor republicanista. El representante de la Casa Blanca fue muy tajante al asegurarle que ningún otro candidato de peso surgido de la cúpula de la oposición atentaría contra la decisión de escogerlo a él como candidato único por parte de la Mesa de la Unidad. Pero se creía llegada la hora de hacer un esfuerzo considerable por salir de una vez por todas del árbitro electoral quien sigue constituyendo una de las piedras de tranca más grande para un éxito electoral de la oposición en las próximas elecciones.
- Usted, señor Capriles -dijo el representante del Departamento de Estado- no tiene ninguna posibilidad mientras allí continúe la señora Tibisay Lucena como presidenta del organismo electoral. Nosotros tenemos todos los informes. Ella es uno de nuestro objetivos. Sabemos que superó una terrible enfermedad, pero evidentemente no la vamos a ver fuera del juego durante los dos meses siguientes, cruciales para la campaña. Como le repito, ella es uno de nuestros objetivos, de los principales, aunque debo ser muy claro, tampoco el único. Nuestra lucha continuará en todos los frentes que tengamos a mano, tal cual como los ejecutamos contra el presidente Chávez. Usted debe mantener su posición y contar con todos nuestros esfuerzos para que esta vez la democracia no vaya a sufrir un nuevo revés. Contamos con una gran oportunidad.
Estados Unidos Unidos no esperó sin duda una explosión popular tan extraordinaria de solidaridad con el Presidente Nicolás Maduro. Todo eso ha hecho recular un poco a la agresiva intención de los halcones de Washington, pero todavía están por desarrollarse otros planes que bajo de la manga sostiene el Departamento de Estado para Venezuela.
OJO AVIZOR.
