A fuerza de tornarse comunes, muchas veces se corre el riesgo de considerar normales algunas actuaciones que por su importancia y peso específico, no pueden ni deben pasar desapercibidas. Tal es el caso de las declaraciones injerencistas de funcionarios de Estados Unidos, las cuales si bien han sido moneda común desde que en Venezuela y de la mano del Presidente Chávez, decidimos dar un paso al frente en nuestra autonomía y autodeterminación, nunca deben menospreciarse y mucho menos ahora, cuando hay grandes intereses abocados a ver hacer aguas el proceso bolivariano y la esperanza de una gran parte del mundo -no dudo en afirmarlo- de ver hecha realidad la construcción del socialismo.
En estos momentos que el país está tomando un nuevo aliento para seguir adelante, son particularmente peligrosas las declaraciones de altos funcionarios estadounidenses que con actitud hostil y ajena a las más elementales nociones del derecho, han continuado los malos pasos que comenzaron a finales del año pasado, cuando “recomendaron” una “transición política” inmediatamente después de electo el Presidente Chávez; que se agudizaron cuando 2 agregados militares estadounidenses fueron expulsados -y creo prudente dudar que hayan identificado a todos los funcionarios involucrados- al confirmarse que exploraban entre militares venezolanos si había posibilidad de “pescar en rio revuelto” y llamar al desconocimiento de la institucionalidad en los cuarteles. Y hace unos días, la guinda de la torta: el Departamento de Estado declaró que las elecciones venideras deberán ser “justas y libres” y señalando que “Capriles sería un buen Presidente”. Tres capítulos recientes de una novela que, escríbanlo, lejos está de llegar a su momento cumbre.
Lo que está por venir es apenas previsible. Mientras más nos acerquemos al 14 de abril, más temerarias serán las intervenciones injerencistas tanto foráneas como de sus aliados internos que intentarán a toda costa minar tanto la gran base de apoyo popular con que cuenta el proceso revolucionario como el prestigio institucional del Estado venezolano, en consonancia con sus oscuras intenciones de desestabilizar al país a cualquier precio. El lenguaje y las acciones de quienes esto pretenden demuestra su certeza sobre la imposibilidad de vencer por la vía constitucional a la Revolución Bolivariana. Parafraseando: por su desespero, los conoceréis.
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