En cualquier competencia, deportiva, académica, musical, incluso en los concursos de belleza, y como la que ahora se presenta en el país que concita la atención del mundo, que es un nueva contienda electoral, no está ausente la consabida acusación al árbitro de quien pierde o se siente perdedor.
Es lo que estamos viendo en una segunda versión y que repite otra vez el candidato de la derecha, que como a una tabla de salvación de quien no sabe nadar, se pretende colgar de la popularidad del contendor, y por esa vía buscar figuración.
Por lo general personajes como el que ya conocemos con tantas carencias, debilidades personales y políticas, desconocimiento evidente de la situación geopolítica del país, dificultades de coordinación verbal, ideológica y académica, que afloran con mayor evidencia, cuando se comparan con el candidato de la revolución, quien sin poseer títulos universitarios lo supera ampliamente en el manejo de los múltiples aspectos que no pueden estar ausentes en una campaña electoral, tal como el económico, columna vertebral de cualquier programa de gobierno, el social que en este proceso, ha sido prioritario y que se pretende desconocer, el tema internacional en el cual es experto por la práctica y ejecutorias de seis años a la cabeza de la cartera que maneja esos asuntos, con un discurso que sin ser como el de su maestro, mentor e inspirador, provoca reacciones encontradas en sus seguidores, pero además tiene la ventaja de que cuenta con un mensaje respaldado por hechos que están a la vista de todos.
Este pueblo en todas las oportunidades en que ha sido llamado a opinar con su voto, ha dejado claro que es antiimperialista, y por ello, el que connotados voceros imperiales hayan declarado su inclinación hacia el candidato opositor, lo que hace es colocarle más peso en el ala a quien ya viene en picada por su propia incapacidad conceptual, su falta de credibilidad y la impresión de una hipocresía inocultable cuando pretende apropiarse de consignas, símbolos y bases ideológicas que no le pertenecen.
El bien llamado “ni lo ignoro”, que ha dado muestras de estar muy mal asesorado y sobre quien hay ya rumores de su inminente retiro, como estrategia para pretender crear una crisis, lo que en verdad está haciendo es darle culto a su ego y por esa vía guardarse otra buena cantidad de los dólares que ingenuos y clandestinos inversionistas le sueltan esperanzados, olvidándose que el diablo no hace milagros.
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