¿Te acuerdas de aquella culebra “Una muchacha llamada Milagro”? Fue por esos años viejos de pan y circo en que Venezuela estaba adormecida por el soporífero de la televisión; si no recuerdo mal, dicho culebrón ha debido ser alrededor de los años ochenta o un pelillo antes pero, por ahí era.
Hubo entonces culebra tras culebra en la televisión y, las mujeres, andaban era pendientes de la pantallita para ver a los actores decirse necedades tras necedades.
Recuerdo con frustración el título de esa nefasta teleculebra porque para la época estaba yo encaprichado con una princesa de tal nombre, Milagros se llama ella, precisamente.
En una ocasión en que ya la tenía yo casi completamente embaucada para llevarla a ver los pececitos de colores, los pajaritos del cielo y las florecitas del bosque, surgió un imponderable y ella tuvo que volver a su casa y, para peor, llegó la hora de la culebra y la sinvergüenza prefirió quedarse en casa con la promesa de que al siguiente día era posible incluso, ver las estrellitas del cielo.
Yo inferí que ella prefirió ver la teleculebrota y le hice un reproche pero me respondió enfática que no era por eso; mañana te cuento -me espetó- y no pudo ser.
No fue así porque al día siguiente el SIFA me echó el guante y cuando me soltaron yo me perdí por buen tiempo y nunca más la vi; supe que ella se casó con un italiano.
Pero, el mundo es un pañuelo: Hoy la vi /por casualidad, como dijo el poeta Leonardo Favio.
Habían pasado tal vez más de cuarenta años hasta el Sol de hoy pero ella me reconoció y me abordó, yo no sabía quién me hablaba, sólo que una mujer más hermosa que el cielo estaba ahí, risueña, con una cara feliz y echándome bromas.
Sólo cuando me dijo el título de la teleculebra de la hostia caí en cuenta de quien se trataba.
Pero, dijo además, cosas lindas que agradezco muchísimo.
Unas son de cal y otras son de arena; la gota horada la piedra no por la fuerza sino por la constancia.
Pero, al grano:
No hubo necesidad de pedirle el voto para Nicolás Maduro porque, por fortuna, ella es chavista de convicción.
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