Uno de los problemas más graves de algunos intelectuales es que actúan según un mundo ideal que tienen en sus cabezas. Lo peor es cuando pretenden que otros se plieguen a sus fantasías, por más descaminadas que sean. Es el caso de Nicmer Evans, de cuya honestidad no dudo, pero que para ser politólogo es bastante elemental en sus análisis políticos.
Evans escribió una “Carta Pública a Nicolás Maduro: Dejemos las sumas que no suman nada”. La verdad es que lo que debemos dejar son las restas que no solo no suman nada, sino que además restan fuerzas a la Revolución en medio de una batalla, como sabiamente asomó Elías Jaua en referencia a la susodicha carta.
Veamos lo que señala Evans: “En la política revolucionaria, socialista y chavista que estamos construyendo con base en el legado de Chávez, la premisa debe ser siempre sumar, nunca restar y al enemigo neutralizar. Mientras la oposición nos llama ‘hordas’, nos menosprecia, nos discrimina, pero sabe que necesita de nosotros para sus pretensiones de poder, Chávez siempre abrió los brazos para aquellos que desearan reflexionar y ver las cosas buenas de la revolución bolivariana. Pero también demostró que abrir los brazos no es ser pendejo”. Hasta aquí muy bien, luego se abren las contradicciones: “En junio del 2010, 42 jóvenes de Primero Justicia se pusieron una franela roja y sin medias tintas fueron aceptados como revolucionarios, recientemente William Ojeda y hace poco el diputado Hernán Núñez se colocan una gorra roja con su franela respectiva y son vanagloriados, aplaudidos y colócalos en primera línea de los eventos revolucionarios. A esto debemos sumar a un conjunto de artistas que lloraron por la finalización de la concesión de RCTV, o que simplemente nunca se pronunciaron públicamente pero firmaron en contra de Chávez, y ahora se declaran maduristas. Y la tapa del frasco, uno de los líderes de los manos blancas, ex presidente de la FCU de la UCV en la época de mayor ejercicio de desestabilización política que se basó en el uso de la juventud como carne de cañón y tontos útiles de la derecha venezolana, junto a otros dos diputados suplentes, se les prepara la cama, suavemente, para que vengan a ser recibidos como ejemplo de juventudes: Ricardo Sánchez y compañía”. Evans miente, no puedo decir que a propósito, para reforzar sus apreciaciones, ya que nadie en el chavismo ha puesto a Ricardo Sánchez como “ejemplo de juventudes”. Es una simple manipulación para apoyar su tesis, sin importar si la hace con buena o mala intención.
Evans sigue: “A Chávez nunca le tembló el pulso para decirles a los otros que podían incorporarse a nuestro seno, pero con la claridad de estos términos. Cuando veo que ahora el requisito pareciera ser sólo ponerse la franela roja, y hablar de un socialismo light en el mejor de los casos, me entra un terrible temor: ¿el pragmatismo electoral, ante una victoria evidente, nos hace contradictoriamente flexibilizar en cosas donde deberíamos ser inflexibles? Recomendaría a los que recientemente se incorporan que pasaran por el sistema de formación político-ideológica del proceso revolucionario, pero la verdad es que este aún no existe. ¿Entonces qué hacemos?” ¿Cómo? ¿Si alguien, quien quiera que sea, decide apoyar al chavismo, tiene que hacer un curso “político-ideológico”? ¡Esto es de un dogmatismo increíble, no cabe decir otra cosa!
Cuando los revolucionarios tienen la hegemonía del poder, no solo pueden, sino que deben abrirse a sumar fuerzas, a incorporar sectores que inclusive no compartan en su totalidad las ideas de la Revolución. Cuando Mao Zedong fundó la República Popular China, incorporó, inclusive en ámbitos del poder político, a sectores de la burguesía china. Recién liberado el gran país asiático, era necesario fortalecer la base de apoyo de la Revolución, que ni siquiera llamó socialista, sino de democrática popular. Nuestra Revolución, por cierto, ha establecido que estamos en transición al socialismo ¿No es correcto sumar a sectores de las clases medias, profesionales, comerciantes, pequeños y medianos empresarios así no formen parte de las vanguardias? ¿Hay que darles un curso para que se incorporen? ¡Válgame Dios!
Evans asoma además: “…recomiendo empezar a ubicar la atención del discurso en temas centrales, tales como el posicionamiento de la economía comunal, la construcción del Estado Comunal, el rol del sector privado en el desarrollo del país, la transformación de las estructuras del Estado, el método para la superación del rentismo petrolero, la forma de aplicación del Plan de la Patria dejado por Chávez ( cuya instrucción antes de morir fue el de ser discutido y ampliado desde las bases, cosa que no se ha mencionado más), el método de colectivización de los procesos decisionales desde lo político, la operacionalización de la fórmula para la resolución del problema inflacionario y de devaluación; discutamos el precio de la gasolina, presentemos el método para la superación del problema de la inseguridad y otros temas que quien lee puede ir incluyendo sin problema” ¿No está claro que el programa de Maduro es el programa de Chávez, el Plan de la Patria? Lo ha dicho una y otra vez ¿Maduro es revolucionario desde ayer? Todos esos temas de los que habla Evans han sido mencionados por nuestro candidato.
Aparte de su uso de extrañísimas palabras que no forman parte del idioma español, como “decisionales” y “operacionalización” (vainas de politólogo, no es ningún crimen). Evans cae en otro desvarío, cuando habla sobre el Plan de la Patria. Ese Plan fue discutido y luego presentado por Chávez ante el país como su programa de Gobierno 2013-2019, es el programa de Chávez ¿Se puede seguir discutiendo? Seguramente, pero no de manera interminable ni ahora mismo, a dos semanas de las elecciones.
Evans sigue en sus desatinos: “No creo necesario un baile de Maduro aunque sea divertido, no creo necesario un muñeco de Maduro aunque sea gracioso, no creo necesario un silbido de Maduro aunque suene bien, no es necesario que te rodees de ‘sifrinos bolivarianos’ tal como tú los llamaste, es necesario para la revolución que te rodees e incorpores más campesinos, obreros como tú, amas de casa, intelectuales orgánicos, afrodescendientes, indígenas, jóvenes, homosexuales, emprendedores honestos, artistas de calle, dirigentes de los partidos aliados” ¿Y quién carajo constituye la mayoría del PSUV? ¿Quiénes llenan las marchas? Nuestro pueblo tiene que seguir organizándose, es verdad, en un proceso que no será breve pero que debe hacerse sin prisa pero sin pausa. Pero de ahí a sugerir, taimadamente, que Maduro está rodeado de burgueses y pequeño burgueses es de una falsedad inocultable.
Mire, profesor, cierre por un momento su mente llena de confusiones intelectuales, y abra bien los ojos. Maduro es no solo el candidato de Chávez sino también el candidato del pueblo, de los campesinos, de los obreros, de las amas de casa, de los intelectuales orgánicos, como usted, de los afrodescendientes, de los indígenas, de los jóvenes, de los homosexuales, de los emprendedores honestos, de los artistas de calle, de los dirigentes de los partidos aliados, como usted quiere. Y es un excelente candidato, el que Chávez escogió. Con su permiso, a mí me parece que Chávez es mucho más avispado que usted. Fíjese, si no, en algunas cosas que dijo sobre el sectarismo, que es lo que usted practica creyendo ser más revolucionario que los demás: “Guerra al sectarismo. Cero sectarismo. Amplitud política. La burguesía es sectaria y excluyente, nosotros no”.
Una vez, recordando a Arias Cárdenas, quien en abril de 2002 se le volteó, Chávez dijo: “Yo sé, a veces los reencuentros son difíciles, el acercamiento cuesta, pero esas son las dinámicas de la vida”. Lo perdonó y lo acepto de nuevo, y hoy es gobernador de Zulia. Y sobre William Ojeda: “hasta ayer vicepresidente de Un Nuevo Tiempo, lo expulsaron en un dos por tres porque salió a hacer reflexiones interesantes acerca del programa de la burguesía”. Y se refirió también a las críticas que realizó el ex gobernador David de Lima contra la agenda oculta de la derecha en las pasadas elecciones presidenciales, y asomó: “Los han insultado, les han dicho de todo a ambos. Esa es la democracia de la burguesía”. Sí, de la burguesía. La democracia nuestra quiere incluir, incorporar, aceptar a quien quiera acercarse a las fuerzas de la Patria, sin que tenga que hacer un curso ni certificación de histórica pureza política.
¿Por qué no darle la bienvenida a Winston Vallenilla? ¿Le tiramos la puerta en la cara y se lo devolvemos a la derecha? Los revolucionarios no vamos a hacer eso, así nos den cuarenta cursillos “ideológicos” algunos encumbrados profesores. Yo más bien sigo a Chávez, quien dijo: “Nuestros compatriotas, los cuadros y líderes orgánicos de todos los niveles de la revolución, del socialismo, del partido y los partidos, tenemos que demoler, luchar, extirpar, esos males como el sectarismo, el dogmatismo”.
¿Y qué tal las críticas a la campaña de Maduro, al baile, a los muñecos, a los silbidos? ¡Dígame usted! ¿No será que aprendió algunas de estas mañas de Chávez, un jodedor mayor? ¿Bailaba Chávez? ¿Cantaba? ¿Se mofaba de la burguesía? ¿Había y hay muñecos de él por todas partes o no? ¿O era un formalito cejudo hablando todo el tiempo de temas graves y “profundos? ¡No me joda, compañero!
Yo entiendo la calentera de Elías, en un momento como este venir alguien con estas pendejadas. Elías Jaua catalogó de “sorprendente” que “el politólogo Nicmer Evans intente distraer en un debate de sus prejuicios a Nicolás Maduro, a quien le toca dirigir esta batalla”. Bien dicho: prejuicios, manías universitarias, en el peor sentido de la palabra, alejadas de la realidad. Elías, otro luchador de toda la vida, añadió: “En 30 años de lucha revolucionaria, he visto muchos casos de radicalismo, como el de Evans, y todos terminaron igual. Ojalá me equivoque”. Y también preguntó: “¿A quién conviene la interpelación de Evans a Nicolás Maduro?”, al tiempo que respondió: “El militante en medio de una batalla, cierra filas con quien la dirige”. Jaua hizo un llamado a todos los venezolanos a “cerrar filas en torno a Nicolás Maduro en esta batalla por la vida de la Patria” y señaló que “luego habrá tiempo para el debate.
Finalmente le voy a recordar a Evans algunas de las palabras de Chávez el 8 de diciembre de 2012: “Nicolás Maduro no solo en esa situación debe concluir como manda la Constitución el período, sino que mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total es que en ese escenario, que obligaría a convocar, como manda la Constitución de nuevo a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo se los pido desde mi corazón… Es uno de los líderes jóvenes de mayor capacidad para continuar, si es que yo no pudiera, Dios sabe lo que hace, continuar con su mano firme, con su mirada, con su corazón de hombre del pueblo, con su don de gente, con su inteligencia, con el reconocimiento internacional que se ha ganado, con su liderazgo al frente de la presidencia de la República dirigiendo, junto al pueblo siempre y subordinado a los intereses del pueblo, los destinos de esta Patria… ¿cuál es nuestra respuesta? Unidad, unidad y más unidad, esa debe ser nuestra divisa, mi amada Fuerza Aérea, mi amada Guardia Nacional, mi amada Milicia: la unidad, la unidad, la unidad. El Partido Socialista Unido de Venezuela, los partidos aliados, el gran Polo Patriótico, las corrientes populares revolucionarias, las corrientes nacionalistas: Unidad, unidad, unidad, unidad”. Déjese de vainas, profesor, y apréstese a cumplir la orden final de nuestro Comandante Supremo. Deje quieto a Maduro, que él va bien.
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