Hace un mes yo caminé como suspendido en el aire, fui a más de lo que la ley de gravedad permite, pero, aterricé.

Cuando por un tris tú no quieres percibir la realidad, ella misma se recluye a la fuerza en tu irrealidad y te hace reaccionar, eso fue lo que me ocurrió ese día, hace un mes; al Comandante Chávez se le había escapado el último latir de su corazón de oro sagrado.

Pocas veces antes de ahora -entonces, quise decir- pude yo conjugar en un mismo momento tantas cosas y es que la jerarquía de valores trastabilla y se desajusta a veces pero, no hay que perder la cabeza, se debe ir al fondo del asunto y extraer la verdad, por cruda que sea, para exponerla de par en par y examinarla con rigor, de modo que luego sepamos qué hacer.

Contemplé sobresaltado lo ocurrido, “desde el aire”, pero me devolví a “pisar la tierra” y revisé mis pensamientos, concluí que esa es una arista inequívoca de la realidad; había que avanzar con la revolución, poner un ladrillo y, a mi modo de ver, nada mejor que custodiar a sangre y fuego si fuere preciso, la memoria del Líder porque seguro estoy que ahora vendrán por ella para, de alguna manera, tratar de apagarla y no podrán.

Desde entonces en adelante y por siempre tenemos que hacer simultáneo dos tareas y una de ellas será defender el legado del Comandante Chávez.

Sólo así estaremos defendiendo la patria.



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Guillermo Guzman


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