Será imposible olvidar aquel día eterno donde el héroe valiente de otros tiempos que ya creíamos inexistente, irrumpía sorpresivamente en la rutina de un país acostumbrado a vivir con las esperanzas amordazadas. Sin explicarnos todavía cómo ó por qué, las acciones de un ser humano desconocido nos sacudían por dentro y exigían a nuestras conciencias y a nuestras acciones el compromiso con la patria y con la solidaridad.
Palabra y acción exigían la reconciliación o su primer encuentro en las mentes y almas de los venezolanos. Una frase que intuitiva y genialmente nos preparaba para un próximo tiempo y la mirada de un soldado mestizo de carne y hueso, nos detenían en el tiempo y en el espacio. Sentíamos nuevamente que aquel aire que respirábamos debía ser, como hace más de 500 años, infinitamente nuestro.
¿Te mataron Chávez? los artífices de tu muerte se asombran porque tu ausencia ahora es aluvión de Patria. Tu partida provoca hoy, como ayer lo hizo tu presencia, nuestro cambio: mutamos por ti y así nos descubrimos en este abril nuevamente tuyo, en un estado incomprensible para los imperialistas del mundo, para los apátridas de América. Recuperamos nuestra autoestima y nuestra dignidad, nos reencontramos, para serle fiel siempre, con nuestra sensibilidad. Esta revolución se rebosó de las paredes y de los pensamientos, ha derrotado la traición y la muerte, se arraigó en nosotros por dentro, y va andando, tropezándose y reinventándose, pero andando, por todos los caminos posibles, hacia un único fin posible: la felicidad de todos los niños, todos los hombres y todas las mujeres de la tierra.
El por ahora aleccionador de tu lucha y de tu vida, es y será el para siempre de la patria y del derecho de todos a ser, a reír y a amar en este mundo. Seremos los guardianes de tus sueños, haremos que la sonrisa del pueblo que hoy te llora sea tu más grande homenaje y nuestra más preciada victoria.
Afortunados somos los que vivimos tu tiempo, fuiste breve pero inimaginablemente intenso. “Por aquí pasaste Chávez”, sentimos tu aliento, escuchamos tu canto; no eres visible pero sabemos que aquí estas presente… soldado querido del alma, tu linda boina roja es ahora la nuestra, la llevaremos siempre orgullosos y en tu honor.
Hasta la victoria infinita comandante, tu ausencia no es sino un sonar de diana para que estas y mil más palabras rojas en terreno de águilas, junto al grito de amor eterno de los pueblos, te hagan inmortal. Asumimos el relevo, destrozados de dolor pero con tu antorcha ardiente en las manos. La revolución que aquel día mágico inventabas, hoy está incrustada en el mundo y en el alma del SUR, ¡para siempre!
…A los patriotas del mundo, a quienes por encima de todo siguen creyendo en el derecho de todos a contemplar el sol y descubrir que no sólo sofoca sino que brilla: Estamos obligados a transformar la utopía en verdad.
Desde lejos,
Marjorie Carrero
pierinna.993@gmail.com