La pérdida masiva de vidas en Louisiana y Mississipi era evitable, si los que tomaban las decisiones estuviesen interesados en financiar las medidas de emergencia en vez de la guerra y la ocupación de Irak. Cuba se encuentra directamente en la trayectoria de muchos huracanes, pero la pérdida de vidas es generalmente mínima, porque el gobierno organiza la evacuación ordenada, proporciona alojamiento de emergencia y se ocupa de los ancianos, de los inhabilitados y de los pobres. En 2001, cuando el huracán Michelle, una tormenta de nivel 4 con vientos sostenidos de125 millas/hora y extensas inundaciones, más de 700.000 personas fueron evacuadas. Solamente cinco cubanos perdieron sus vidas en la tormenta.
En septiembre de 2004, Cuba aguantó Iván, el quinto huracán más grande de la historia del Caribe, con vientos sostenidos de 124 millas por hora. Cuba evacuó a casi 2 millones de personas, más del 15 por ciento de la población total, cientos de miles en el plazo de las primeras tres horas. El increíble 78 por ciento de esos evacuados fueron dados por bienvenidos en los hogares de otros cubanos menos expuestos al paso del huracán. Evacuaron a los niños de los colegios de internos. Los animales y las aves fueron desplazados. Nadie murió. La ONU declaró esta operación como un modelo para la prevención de desastres.
Cuba, un país bloqueado y aislado por Estados Unidos durante 45 años, ha podido evacuar a millones de gente de una manera ordenada sin pérdidas de vidas. Los desastres naturales no tienen por qué ser catástrofes.