¡Bendita la pareja que trajo a esta tierra al Comandante Hugo Chávez Frías! Chávez, nuestro Líder inmortal, no es un hecho aislado, por lo que expreso todo mi afecto y toda mi admiración a su familia y al contexto general del que emanó su genio militar y político.
Una cadena de razones, desde mi punto de ver, determinan al Comandante Chávez pero no es mi propósito ahondar ahora en el tema del providencial hombre, para muchos, pero no para mí.
Chávez no es a mi modo de ver un hombre providencial sino causal, pero no es de ninguna manera mi intención abordar esa discusión que ya asoma en la imaginería popular; estimo que lo que lo determina es su totalidad y a tal respecto pienso que él queda para la investigación y el saber.
La dimensión esencial del Comandante Chávez como revolucionario no está plasmada, seguramente, de manera nítida, en libro alguno escrito acerca de él sino en el palpitar atronador del pueblo, en ese sentimiento genuino que uno aprecia en la gente más consciente de nuestro pueblo y, precisamente, creo que por ahí va la cosa, es decir, que para descubrir y preservar el gran legado que él nos ofrendó hay que apelar al sentimiento de nuestro pueblo valga precisar más concretamente, al corazón y a la cabeza de la gente que lo hizo suyo.
Estimo que debemos tratar de apartar la especulación y el endiosamiento al hablar de él para mejor comprenderlo. Pero el pueblo, de conjunto, porta la sabiduría viva y a borbotón, de manera maravillosa, por lo que su vorágine marca la pauta en materia de creencias y definiciones, así que está y estará por encima de cualquier consideración individual, en este caso, la mía.
Chávez libró una lucha a muerte por la vida del pueblo porque, entre otras razones, él ya intuía la dimensión de la historia y su noción de porvenir fue de lo más avanzado posible; su inmenso potencial revolucionario está por desplegarse todavía y es inevitable que éste germine de entre los niños de Venezuela porque él encepó en ellos, que son lo más fértil del pueblo, y eso está a la vista de quienes quieran verlo porque es demasiado evidente que Chávez se revela en cada niño que se guie con su ejemplo.
Será improbable que en cualquier circunstancia, alguien, por muy poderoso que sea, pueda apagar la luz de su ejemplo a los ojos de los niños.
De Chávez hay que observar la profundidad de su mirada, de la que emana la sinceridad plena del hombre íntegro, y además de ello -de su palabra- su paradigmático enfoque respecto a la solución de problemas.
Cuanto hizo y cuanto no pudo hacer en la praxis creativa es objetivo de la evaluación del proceso, para reformular y proseguir la marcha; y, por otra parte, la proyección de su liderazgo determinó y determina el empeño de los imperios norteamericano, vaticano y demás de Europa, para sacarlo del camino de cualquier manera y por cualquier vía, he ahí que todavía uno se pregunta qué mano invisible pudo tocarlo para apartarlo de nosotros.
Chávez fue su propio creador en medio de circunstancias muy difíciles, esto es verlo en el contexto de sus circunstancias para llamarlo, Gigante.
Chávez es un Gigante.
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