El debate en torno a la reunión Maduro-Mendoza está muy interesante. Es el tipo de debate que puede darse mientras mantengamos nuestra unida estratégica y rodeemos a nuestro Presidente para enfrentar los embates del fascismo, que sigue avanzando en sus planes contrarrevolucionarios. El tema de las actuales contradicciones y relaciones con la burguesía no es nada fácil de dilucidar, de hecho hay artículos muy sólidos y bien argumentados de autores que parecen no estar de acuerdo con ese acercamiento.
Pero no todos los que se oponen actúan con la misma profundidad. Es el caso del grupo Marea Socialista, que manipula un video de Chávez, del año 2009, en el que el líder profiere amenazas contra Lorenzo Mendoza y la Polar. Seguramente Marea Socialista tiene buenas intenciones, pero usa un método deleznable. Amenazas, no medidas: Chávez simplemente no expropió a la Polar, aunque de vez en cuando se ocupó algún galpón, que luego les fue devuelto. Pero además, es importante algo que escribe Leopoldo Puchi en su más reciente columna Enfoque: No es la primera vez que el chavismo realiza acuerdos con importantes representantes del sector empresarial. En 2002, el propio Hugo Chávez entabló conversaciones directas con Gustavo Cisneros, y llegaron a entendimientos. Lo mismo ocurrió con Juan Carlos Escotet, figura emblemática del sector bancario y financiero. Sí señor, Cisneros, el único en Venezuela que es más rico que Mendoza, además de íntimo amigo de los Bush. Así que es falso señalar que para Chávez era una especie de pecado reunirse con representantes de la burguesía.
La reunión de Chávez con Cisneros tuvo objetivos sobre todo políticos, en una situación de hegemonía revolucionaria. El burgués había estado muy activo durante el golpe de Estado de 2002 y el sabotaje petrolero posterior, cuando su canal, Venevisión, fue uno de los puntales de esas asonadas. De hecho, una de sus figuras emblemáticas, Napoleón Bravo, fue el anfitrión de la reunión donde se ultimaron los detalles de la actuación de los militares traidores en abril de aquel año. De esto tenía conocimiento Cisneros, por supuesto, que hasta en las tarimas golpistas se dejó ver. Sin embargo, Chávez se reunió con él, porque en la alta política, en la política de real calidad, no puede haber dogmas ni se puede actuar aconsejado por el resentimiento. La política es parecida al inteligente juego del ajedrez, donde cada jugada toma en cuenta la situación de las piezas en el tablero, los movimientos del contrincante, y las tácticas y estrategias de lado y lado.
Sobre dicha reunión, que se efectuó en un momento delicado, el 18 de junio de 2004, poco antes del referéndum revocatorio (confirmatorio) de entonces, Cisneros dijo cosas que dan luces sobre el objetivo que asignó Chávez a la misma: Mi objetivo principal en esa reunión sugerida por el Presidente Carter era asegurar que llegásemos en paz al referéndum revocatorio, e iniciar un intento de reconciliación que uniese a todos los sectores de Venezuela en un esfuerzo común por el desarrollo del país, preservando la convivencia del gobierno con los medios de comunicación. La reunión me permitiría determinar la presencia o ausencia de una capacidad de tolerancia y un espíritu de concordia por parte del Presidente Chávez, variables fundamentales para un diálogo futuro. El Presidente Carter me había aconsejado encauzar la conversación en esa dirección.
Es importante destacar que, a diferencia de la reunión de Maduro con Mendoza, cuyas convocatoria y realización fueron públicas y abiertas, la reunión de Chávez con Cisneros se mantuvo en secreto hasta después que ocurrió. El 19 de junio, en un comunicado conjunto del Gobierno, Cisneros y Carter, se dijo que Hubo un compromiso mutuo de honrar los procesos constitucionales y apoyar futuras conversaciones entre el gobierno de Venezuela y los medios de comunicación social con el fin de asegurar el clima más adecuado para el proceso constitucional del Referendo. Los participantes en la reunión conversaron también otros temas, incluyendo la necesidad de un diálogo nacional para después del 15 de agosto.
Aunque en la reunión no hubo acuerdos concretos, Chávez sí logró abrir brecha entre actores de la canalla mediática, y a partir de esa reunión se morigeraron relativamente los radicalismos mediáticos de Venevisión y Televen, y generar divisiones en ese campo, hasta el punto de que Marcel Granier llegó a tildar a Cisneros de traidor.
Ahora bien, la reunión de Chávez con Cisneros fue muy criticada entonces por sectores radicales del chavismo, a pesar que el líder había dicho más de una vez que se reuniría hasta con el diablo si eso beneficiaba al pueblo. Pero a veces el radicalismo ultraizquierdista concibe la política de una manera pueril, como lo definió alguna vez Lenin en su famoso texto El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo. Como si la política se hiciera en base a caprichos, pataletas, resentimientos
¿Estamos descalificando a todos los críticos de la reunión Maduro-Mendoza? Claro que no. Todo debate, en este momento, es justo si es leal a la Revolución. Lo que estamos enfrentando es la utilización oportunista de unas palabras de Chávez para justificar la posición política de un sector. Basta ya de usar a Chávez como un comodín a conveniencia, como si su palabra fuera la Biblia, de la cual puede hacerse exegesis según los intereses de cada evangelizador.
Hay un artículo de Juan Carlos Monedero que da algunas claves de la situación económica actual en Venezuela. Entre otras cosas, el profesor español señala que El aumento de la capacidad de consumo de los venezolanos (en estos años, la pobreza se ha reducido a la mitad) no ha venido acompañado del incremento de la capacidad productiva interior suficiente para cubrirlo (pese a que se han intervenido 7 millones de hectáreas para hacerlas productivas). Esto ha determinado que ese incremento del consumo ha sido en buena medida importado. Mientras el consumo per cápita creció en promedio 3.7%, la producción ha aumentado solamente el 0,8%. Igual ocurre con el crecimiento de la agricultura, muy por debajo en su participación en el PIB de lo que debiera (está en el 4,5% cuando debiera llegar, cuando menos, al 12%) En definitiva, el gobierno rumbo al socialismo está financiando a los empresarios importadores y a los especuladores, es decir, está enriqueciendo al sector menos productivo de la economía venezolanaEl apretado resultado que alcanzó el Presidente Maduro después del duro golpe que supuso la desaparición de Hugo Chávez exige al gobierno bolivariano respuestas decididas. Es difícil sentar las bases de la transición al socialismo con las armas melladas de una economía rentista y sometida a los estímulos desmesurados de la corrupción y la especulación...La Venezuela bolivariana necesita una gestión más sensata. Hace falta un esfuerzo decidido en la formación de servidores públicos capaces, concienciados y estables (¿por qué sigue vigente en revolución esa costumbre insalubre de cambiar todos los cuadros de una institución cuando cambia el titular, aun siendo del mismo signo político?) El socialismo también reclama eficiencia. Y la eficiencia hoy es tan revolucionaria como ayer lo era el asalto al palacio de invierno.
Lo que Monedero está diciendo, con cierta delicadeza, es que las políticas del Gobierno para aumentar la productividad han fracasado, creemos que en parte por cierta impronta improvisadora y voluntarista, por errores de planificación: desde los gallineros verticales, pasando por los cultivos hidropónicos, llegando a expropiaciones abruptas y mal concebidas (para nada estamos hablando contra las expropiaciones en general), hemos llegado a un cuello de botella económico, en buena parte por la guerra de la burguesía, pero no solo por eso. Consideramos que el análisis de Monedero es claro en ese sentido.
Llegados a este punto, nada fácil por cierto, la discusión es qué hacer ¿flexibilizar o radicalizar? Esa es la pregunta hamletiana. Que siga el debate, pero mientras tanto el Gobierno no puede cruzarse brazos.
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