A estas alturas y a la luz de los acontecimientos políticos que se vienen dando en Venezuela no creemos que pueda existir un venezolano bien nacido que tenga alguna duda de cual es la verdadera motivación para que esta oposición obcecada, obtusa e irracional actúe de la forma como lo viene haciendo desde el 14 de abril: empezando por el desconocimiento del triunfo revolucionario. Actuación en lo que estamos alerta como pueblo frente a una oposición apátrida subordinada al imperio norteamericano, quienes constituyen sus verdaderos jefes políticos y de donde le llegan todas las órdenes de lo que deben hacer .
Eso según ellos, los convierte en unos muchachos malcriados a los cuales no les satisface ni convence nada de lo que el gobierno pueda hacer o decir, al menos que se les acepte que ellos ganaron las elecciones y que por lo tanto tienen derecho a estar bravos y llevar a cabo todos los desmanes que se les antoje, incluido el asesinato de compatriotas por el solo hecho de estar con este proceso revolucionario. Es decir, lo envalentonado que nos viene mostrando el forajido Capriles se debe a que se siente apoyado por los norteamericanos, lo cual lo hace machote, bocón, altanero y hasta promotor de hechos vandálicos y asesinatos de venezolanos y venezolanas que ejercen su derecho a elegir su posición política: lo peor es que eso lo practican estos fariseos de la política sobre la base de una supuesta democracia y una justicia que atemorizaría a cualquier ser humano de solo pensar si llegasen a tener oportunidad de ponerla en práctica desde el poder.
Todos estos desmanes de los enfermos opositores nos tiene que empujar a tomar conciencia al menos de dos cosas fundamentales:
- Una es que Capriles no es el enemigo, él es un peón bien pagado del imperio, todos obedecen a una política bien planificada, muy bien respaldada económicamente y orquestada con diversos actores que van desde el malandro internacional Uribe Vélez, pasando por la oligarquía venezolana con sus tarifados dirigentes parlantes de la MUD y sus medios de comunicación hasta llegar al pentágono, Casa Blanca, CIA y un pocotón de estos cipayos, marionetas cuyos hilos, que se mueven desde Washington, son solo la parte visible de un gran complot contra la revolución venezolana.
- La otra, es que ya tenemos que estar bien claros los venezolanos normales, es decir los que no estamos en la oposición, que ante esta realidad tenemos que profundizar este proceso de cambio, lo cual implica en primer lugar cambiar nosotros mismos, concientizarnos de que no podemos seguir creyendo que ya estamos en el socialismo, que porque llenamos plazas y avenidas ya derrotamos al enemigo, porque tenemos cientos de miles de consejos comunales somos un poder en las comunidades , o porque parimos una buena Ley del Trabajo, aunado a que nuestro presidente viene del movimiento sindical, ya logramos hacer del movimiento obrero , ese brazo fuerte, claro y decidido que necesita la revolución para enfrentar con éxito a un poderoso enemigo que no descansa en sus ataques, valiéndose de la mentira, el engaño, así como del manejo turbio de cierto poder en la economía, para crear escasez y desabastecimiento, como es el caso concreto de la Polar y otras empresas privadas.
Esta realidad exige de la revolución abocarse a preparar a fondo a la masa, principalmente, a quienes ejercen algún papel de liderazgo en el barrio, en la fábrica, en el Ministerio, etc. No puede seguir siendo que en los consejos comunales no avance el trabajo por indiferencias entre los vecinos o porque la misma gente del proceso no se pone de acuerdo en cómo hacer un parque, o poner una cerca. No es posible ni sano para el proceso que trabajadores generen un conflicto la mayoría de las veces, aliados a la derecha reaccionaria, porque no se les recibió en el ministerio, la gobernación o la Alcaldía. Como tampoco evidencia claridad ni compromiso revolucionario, el que un alcalde, gobernador, ministro o Director no tenga tiempo para escuchar los planteamientos, quejas o sugerencias de los trabajadores creando muros odiosos y clasistas entre sectores que deberían trabajar unidos en función de alcanzar los logros y avances de una revolución que necesita que todos armonicemos esfuerzos, acuerdos y criterios políticos en aras de alcanzar los objetivos. Objetivos que tienen que estar conjugados y engranados en los esfuerzos de todos y cada uno de nosotros, bien lejos de actitudes despreocupadas, decisiones apresuradas y conductas individualistas que terminan en un trato prepotente y excluyente. Una gestión alejada de las respuestas que nunca llegan o llegan de forma grosera y autoritaria. Acabar con esa arrogancia burocrática de que nos las sabemos todas y no necesitamos más nada, ni de nadie más o eso de que la importancia de las cosas depende de quien las diga.
Todas estas conductas son contra revolucionarias y todo lo que es contra revolucionario, en un proceso como el nuestro, no educa atrasa, no forma deforma, no estimula desanima, no construye destruye, por eso decir que vivimos un socialismo no se ajusta a la realidad, ya que el socialismo no es lo que generalmente hacemos, ni los socialistas actúan como normalmente actuamos.
Debo decir, sin ser pesimista, que preocupa el saber cómo funcionan algunos organismos, tanto de masas como organismos del Estado que tienen responsabilidades claves en el desarrollo y articulación política con el pueblo, porque se carece al mismo tiempo del necesario acompañamiento del trabajo político-ideológico en función de superar las fallas.
El funcionario público no nació displicente, los trabajadores no son huelguistas por naturaleza, banqueros y gerentes no son corruptos por herencia. Es decir, las cajeras de los Bicentenarios, Mercales, Pdvales y del mismo Banco de Venezuela tratan mal a los usuarios, no porque se les ocurrió un día hacerlo así. A toda esa gente de los ejemplos citados -y citados no por casualidad ni mala intención sino por conocimiento y experiencia vivida-, a ellos y todos los venezolanos comprometidos con este cambio hay que prepararlos, darle formación política del por qué hacer lo que estamos haciendo, el papel importante que jugamos cada uno, la necesidad de ser cada día mejor ciudadano, más militante de esta causa; mucho más solidario, más preocupado, mejor vecino etc.
La tarea esencial de nuestra revolución es darle a cada venezolano su casa donde construir su hogar y su familia, su centro donde se le atienda la salud sin costo alguno, su Mercal y PDVAL donde adquirir los alimentos a precios solidarios, escuelas, liceos y universidades para una educación al alcance de todos. Así actúa un gobierno revolucionario: consciente de la deuda social con sus ciudadanos. Todo esto genera consciencia en el pueblo, pero tiene que reforzarse con el ejemplo ético de los dirigentes del proceso que ocupan cargos en el gobierno: allí comienza la formación política y la construcción de los nuevos valores anticapitalistas y de la nueva sociedad socialista que es una tarea de todos. Dirigentes que militen con el ejemplo, vigilantes de conductas intachables y preocupados por la eficiencia y el impacto de las políticas en la población hacen al pueblo cada vez más revolucionario. La praxis y el ejemplo de la vanguardia constituye el primer y mejor esfuerzo de formación colectiva del pueblo, promoviendo la participación, delegando gobernabilidad en las organizaciones sociales, promoviendo y profundizando la mayor confianza a favor del Trabajo y sus actores: obreros, empleados, campesinos, indígenas, todos los que viven únicamente de su fuerza de trabajo, quienes son los que mueven y hacen funcionar el país y el mundo en cada segundo que pasa. Esa es la tarea principal dirigida a acerar la consciencia revolucionaria: que cada trabajador y explotado tome consciencia en la práctica que puede gobernar sin la personificación del Capital, es decir, sin esa burguesía empresarial, financiera, importadora y comercial que vive de la estafa y especulación de la renta petrolera, de la explotación del trabajador y el abuso al pueblo consumidor que vive de su salario. Gobierno y Pueblo revolucionario desmontando conscientemente la lógica del capital y toda su cultura alienante es la garantía de blindaje del proceso bolivariano y el mejor ejemplo y manera de mandar señales a los pueblos que luchan en el mundo.
Más que estar contestándole a cada cosa que hagan o digan los fascistas, será la praxis revolucionaria, la preparación política, la formación ideológica y la organización del pueblo el trabajo fundamental que nos permitirá avanzar hacia la consolidación de una Venezuela donde la conjunción del amor a la Patria, junto a la conciencia revolucionaria y el gran espíritu integracionista que nos inculcó nuestro comandante eterno, Hugo Chávez Frías, lo que nos hará cada vez más fuertes en el compromiso que hemos asumido con la historia y la independencia de Nuestramérica.
Tengamos siempre presente a Bolívar cuando dijo:
"Más nos dominan por la ignorancia que por la fuerza".