En el mismísimo espacio Cayendo y Corriendo el presidente Nicolás Maduro se pronunció sobre su posición, o más bien, oposición a la reunión que había sostenido el presidente de Colombia con el gobernador de Miranda.
Todos notamos al presidente Maduro indignado, y con razón.
Pero hemos de aclarar que dicha indignación, poco o nada tenía que ver con Capriles. Desde hace rato ya lo que haga o deje de hacer el excandidato presidencial, dos veces derrotado, tiene sin cuidado al Presidente de la República.
El problema tiene que ver más bien con Santos y su palabra, expresada a Maduro, en la que sostenía que no recibiría al excandidato. Era más que claro que los gringos enviaron al títere Capriles para provocar.
Una aclaratoria se hace necesaria: no fue Maduro quien llamó a Santos para solicitarle o exigirle nada. Fue más bien Santos quien, antes de la reunión, se comunicó con Maduro, y le expresó que no efectuaría dicha reunión por los efectos que ello tendría en las relaciones bilaterales.
No mantuvo su palabra
La Política con "P" mayúscula es, al fin y al cabo, un gran pacto entre caballeros, un contrato social que si no es respetado trae consecuencias.
Ese irrespeto a la palabra fue lo que desató la indignación de la gran mayoría de los venezolanos, incluido el presidente Maduro. La palabra es el fundamento ético de la política. La palabra permite que la política no devenga en guerra. La palabra, en fin, es el sostén de la paz, entendida como acuerdo respetado entre las partes.
Santos incumplió su palabra. He allí el fondo de la cuestión. Por eso resulta inaudito poder si quiera pensar que se tratase de un "malentendido", como lo expresó Santos después, para hacer control de daños.
Una fuente diplomática ecuatoriana me recordaba, días hace, que algo similar ocurrió en Ecuador cuando fue bombardeado por Colombia. Antes del ataque colombiano, Correa había llamado a Uribe para notificarle que fuentes militares le estaban informando sobre movimientos en la frontera. Uribe le respondió que no se preocupara, pues todo estaba en calma. El pueblo ecuatoriano se despertó con su soberanía ultrajada por un bombardeo colombiano.
El ministro de la defensa de Uribe era Santos.