Casualmente hoy lunes 17 de junio me encontraba en la sede central del INTI entregando una correspondencia y averiguando sobre un trámite personal. Me topé con una concentración de campesinos venidos de varias partes del país, los cuales interpelaban al recién estrenado Willian Goudiño, designado por el Presidente Maduro en gaceta oficial del 13 de junio pasado.
Por lo que entendí, ese grupo de personas tenían ya 15 días acampando en los jardines de la institución, con la finalidad de pedir la aprobación de varias y numerosas solicitudes movilizadas por dirigentes campesinos. Entre los cuales, una señora de nombre Lesbia, y discúlpeme el lector pero no capté el apellido, sólo que es conocida del Ing. Goudiño.
Al comienzo delo que podríamos llamar una asamblea de campesinos, con integrantes de varias organizaciones, todo parecía perfectamente coherente: un pueblo solicitando la atención dela nueva autoridad. Pero a medida que transcurría el tiempo y el Ing. Goudiño manifestaba que estaba apenas entrando hoy al INTI, que no estaba registrada ni siquiera su firma, que aún no había designado a su equipo, (con excepción del Consultor Jurídico) , y que por lo tanto no podía darse una sesión de directorio para discutir y aprobar, si fuese el caso, las solicitudes planteadas, los campesinos comenzaron a gritar, a pedir que se aprobaran de una vez los puntos, amenazaron con trancar la sede, a pedir incluso que el nuevo presidente, ¡aún sin firma!, renunciara. Todo esto condimentado con la pelea de la líder Lesbia con otra mujer del grupo, y apoyada por los gritos de fuera, fuera, y conatos de violencia, logró que fuese expulsada de la sala.
Al Ing. Goudiño la situación acalorada de la sala se le escapó durante largos y tensos momentos de la mano. Los llamados campesinos impusieron su agenda a pesar del llamado al respeto, a la disciplina, y a la necesaria responsabilidad que no le permitía aprobar el documento presentado y ni siquiera leído. No bastó tampoco el ofrecimiento de asumirlo como tal, de otorgarle legitimidad a su contenido pues conocía las personas que lo lideraban y traían la propuesta.
En sus intervenciones, manifestaron su inquietud por no escucharle al Presidente Maduro la consigna de “guerra al latifundio”, la premura y presión para que se diese curso al rescate de 256.000 hectáreas, la “quasi” orden al nuevo Presidente de revisar y cambiar a los coordinadores de las ORT dispersas por el país, dieron cuenta de que esta era una manifestación concreta de que “el pueblo es el que manda”.
Siendo testigo de todo esto, recordé una frase traída a colación por un gran amigo intelectual: aquellos polvos trajeron estos fangos. Porque no tengo duda de que el acto que presencié esta mañana estaba enfangado. No tengo duda de la gran crisis de valores que esta revolución está viviendo, revolución que el Presidente Chávez quería bonita.
A personas como yo, pasadas de los sesenta, nos enseñaron a respetar a las autoridades. Entendimos así que una autoridad lo es porque merecedora de la confianza de su superior, porque se trata de una persona seguramente muy preparada y esa capacidad llevará a la mejor aplicación de laspolíticas de su despacho. Porque en este caso, además, cuando se trata de autoridades bolivarianas, chavistas y revolucionarias, entendemos que quién las designa está comprometido a fondo, de frente y de lado, con la
Patria bolivariana y con el socialismo. Todo esto es digno de respeto, y más por quienes se dicen chavistas.
Creo que a pesar de que el Ing. Gudiño manifestó que no quiere que lo llamen jefe, que él es también un líder obrero revolucionario, comunero, creo que a pesar de sus simpáticas anécdotas con su chofer y sus colaboradores, y de sus palabras salpicadas de groserías, acercándose al pueblo simple, iletrado, que emplea groserías como deficiencia del lenguaje, y en sintonía con momentos de confianza, el Ing. Gudiño no debe olvidar que como Presidente del INTI, es un discípulo de Chávez, con la enorme responsabilidad de representarlo en este frente. Esto lo deben entender también los campesinos y el pueblo favorecido de las políticas del chavismo. Este pueblo debe confiar en sus autoridades, hasta tanto no se demuestre lo contrario, y dejar en sus manos la aplicación de las políticas socialistas. Pues el Ing. Gudiño, si es hijo de Chávez, preparado, consecuente, revolucionario y humanista, sabrá llevar por buen camino las miles propuestas y reclamos que el pueblo tenga a bien hacer. Pero con respeto y consideración.
Situaciones como esta me hacen entender cada vez más los cargos depoder en manos de militares leales a la revolución. La disciplina militar la entiendo ahora como una condición necesaria, sine qua non, para manejarnos en la Patria socialista recién parida. Por algo Chávez fue un gran militar.
Urge tratar en talleres, en debates, en los espacios posibles para ello, en el núcleo político de la revolución, la enseñanza delos verdaderos valores socialistas en el pueblo. Para darle el poder a un pueblo no sólo organizado sino preparado y consciente, educado.