Decir que la revolución enfrenta un reto histórico el próximo 8-D, es car en el lugar común, porque desde hace al menos diez años cada elección es un compromiso ineludible con el futuro. El único ingrediente nuevo, es la falta del líder unificador y motivador de las grandes multitudes.
No es un sacrilegio afirmar que aunque en los comicios municipales se eligen autoridades locales, nunca antes la revolución había estado tan asediada, y acosada por los enemigos históricos de nuestro pueblo.
El tema de la crisis económica y la manera como ha sido manejado por los grandes medios de la derecha, promoviendo y logrando crear la percepción de que la situación económica es una consecuencia directa de la incapacidad del gobierno, escondiendo las causas reales que se ubican en el colapso de todo el sistema mundo, y el quiebre del modelo financiero internacional a consecuencia de la caída sostenida en las tasas de ganancia del capital internacional.
La incapacidad, la indolencia, y la crisis real de impunidad, crean condiciones suficientes para que la derecha explote la posibilidad de un voto castigo contra los representantes municipales de las fuerzas de la revolución, ante los llamados sectores neutrales de la polarización, ubicados en las clases medias.
Ante estas perspectivas la dirigencia revolucionaria debe actuar con mucha audacia y visión de conjunto. Entendiendo que si reculamos en nuestra intención de crear un modelo alternativo al capitalismo expoliador, comprometemos el objetivo estratégico de construir el socialismo, porque la respuesta a la crisis no la vamos a encontrar en el desgastado modelo consumista que arruino a Europa.
Fortalecer por todas los medios posibles la unidad interna de los revolucionarios: es un crimen dividir al pueblo, sustentar mucho más la integración de nuestros pueblos, sobre todo en aéreas tan sensibles como el intercambio comercial.
Explotar las condiciones numéricas de la victoria del actual presidente, que logró imponerse en el 71% de los Municipios del país, y en el 68% de todas las parroquias, profundizar el seguimiento a las labores del gobierno de calle, y convencer a nuestra militancia de que el rumbo por el que avanzamos es el correcto.
La derecha va a intentar convertir las elecciones Municipales en un plebiscito contra el gobierno, para plantear como salida política el referéndum constitucional, lo cual obliga que la unidad y la motivación de los revolucionarios sean objetivos prioritarios en la actual situación política.
El ataque a la corrupción debe profundizarse contra la clase política que ha usufructuado el poder político del pueblo, para satisfacer su codicia y su avaricia. Un pueblo socialista si tiene conciencia y dignidad no puede aceptar el liderazgo de un ladrón convicto y confeso, y sería criminal que se le imponga ese liderazgo.