¡Atiza, miré en la pantallita el debate de la Asamblea Nacional y ahí estaba, casualmente, nada menos que la diputada “Schwarzenegger”!
Sucedió esta semana, el martes a media tardecita, cuando tuve la ocasión de ver el asunto. Exactamente nomás topé la vista con el bicho ahí estaba, como de costumbre, enfurruñada, la Schwarzenegger.
Previamente yo había sabido que ella estuvo de ronda por la España y no precisamente rezando sino como gendarme del imperio gringo, urdiendo la incesante conspiración fascista contra la patria venezolana mientras que su partenaire Ramón Guillermo Aveledo, Sheriff de la MUD, se la echaba nada menos que de Marlon Brando, allá en la Miami City.
Se trató de hacer contrapeso al hecho de que el Presidente Maduro asume la jefatura pro témpore del MERCOSUR, restar impacto internacional a todo evento que fortalezca el avance de Venezuela en el proceso de integración de los pueblos del Sur, aunque no sólo eso, la conspiración de la MUD es a destajo, por lo que los susodichos se afanan a rabiar.
La Schwarzenegger francamente no es ni a leguas ni mucho menos de cerca una Brigitte Bardot pero tampoco es tan fea que no tenga remedio.
Es sencillo poner en marcha el siguiente plan ZK: Cuando ella asome su cara de tramojo, uno de nuestros diputados le muestra de improviso un retrato grandote de Bush para embobarla, alelarla, relajarla hasta el embeleso y, al tiempo, otro diputado le rozaría discreta pero suavemente, la patica de la oreja, con una bichita de esas que sueltan los plumíferos y hacerle cosquilla y de seguro que ella se va a poner a reír, con lo cual su aspecto se reduce en 0,001069 %.
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