El derrumbe del liderazgo de Capriles

Capriles Radonski, llegó a representar una opción interesante según los números de las últimas elecciones presidenciales. Para muchos era el indicado para derrotar al chavismo.

Sin embargo después del 14 de abril el supuesto liderazgo de Capriles, se ha erosionado de tal forma, que la oposición casi ha desaparecido del panorama electoral.

Cuando se buscan las causas de esta baja se consiguen errores fundamentales, como “El no reconocimiento del triunfo de Nicolás Maduro”, no asumir responsabilidades concretas en las decisiones de importancia, y falta de seguridad política.

Desde los inicios de su carrera política Radonski, jamás ha sido un líder de masas, y mucho menos un dirigente talentoso para el ejercicio de la política. Sus inicios se remontan a un pacto de elites con el grupo económico al que representaba la conocida cadena Capriles, y el partido COPEI que lo incluyo como diputado en una lista.

El cargo conseguido en la cámara de diputados fue la continuación de ese pacto de grupos de poder. Su victoria en la Alcaldía de Chacao, zona controlada totalmente por la oposición, es sin duda la extensión del contrato de acuerdos cupulares.

A Capriles un político mediocre, que en otros tiempos podría ser un buen servidor de Café en la reuniones, lo infló la polarización política del país, y un sector de la burguesía parasitaria que lo considera una persona influenciable y de fácil control.

Jamás ha sido un político con capacidad intelectual, un orador que deslumbre, un hombre de letras con conocimiento de la realidad nacional, siempre ha sido un político del montón, buen trabajador con capacidad de esfuerzo.

Es como esos jugadores de beisbol que batean trescientos todo el año, pero en las finales se derrumban estrepitosamente, es decir le pega la presión, porque no está apto para el ejercicio en esas condiciones.

Eso se ha demostrado en la ambigüedad para tomar decisiones políticas, y en la falta de temperamento para mantener su decisión, o reconocer la equivocación.

Nunca ha sido un líder su visión de aprovechar el ejercicio de la política, para sacar provecho ha signado todo su desempeño, prueba de ello es que decidió volver a competir por la gobernación de Miranda, demostrando una visión muy corta del tiempo político.

Es un vulgar aprovechador, un aspirador a cuanto cargo pueda, un político incapaz y sin preparación, un gran fiasco que se desinfló cuando la polarización bajó, por eso su liderazgo no pudo mantenerse.

Su permanencia como jefe opositor es posible solo por la mediocridad opositora, y el gran negocio financiero que significa recibir contribuciones en dólares de la derecha internacional.

El derrumbe del jefe opositor ha obligado a los sectores más radicales a plantear salidas extra constitucionales, es por eso que la oposición busca con urgencia un jefe político que pueda conducirla y sacarla del actual laberinto.



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Luis Figuera


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